Alejandro Arévalo y Reza Karim afirman que los inversores disponen de una oportunidad única para comprar activos baratos de los mercados emergentes y diversificar su cartera.
En la última década, los bonos corporativos de los mercados emergentes solo han estado más baratos de lo que están actualmente en tres ocasiones: en 2011, con la crisis del petróleo, en 2015, con el inicio del anterior ciclo de subidas de tipos de EE. UU., y en 2020, a causa de la pandemia. La posición en la que se encuentran actualmente se debe a la invasión rusa de Ucrania y la debilidad de China. Paralelamente, el apalancamiento neto de los bonos corporativos emergentes se mueve cerca de mínimos. El mercado parece sobrevendido, teniendo en cuenta que se espera que una mayor inflación mundial beneficie a muchas empresas de los mercados emergentes que producen y exportan materias primas. Esta situación brinda una gran oportunidad a los gestores de fondos que se preocupan por atenuar el riesgo y mantener su cartera diversificada en todo momento.
Actualmente los rendimientos del índice de deuda corporativa emergente se sitúan por encima del 6%. Si consideramos la fuerte relación que existe entre el rendimiento y los retornos obtenidos en los siguientes 3 a 5 años, los rendimientos actuales parecen interesantes:
La deuda corporativa de los mercados emergentes está infravalorada
¿Estamos ante una inusual oportunidad para reforzar la exposición a una clase de activos que tiene poco peso en las carteras? Muchos inversores sólo compran deuda pública, pero, a largo plazo, la deuda corporativa ha ofrecido mejores rentabilidades ajustadas al riesgo, con más liquidez y diversificación sectorial. Se encuentra escasamente representada en las carteras de los inversores pasivos, por lo que es menos propensa a las ventas motivadas por el pánico en una crisis. Con respecto a los mercados desarrollados, su apalancamiento es mucho menor para la misma calidad crediticia y cotiza a su nivel más bajo en más de cinco años. La calidad de esta clase de activos ha mejorado en los últimos años: como ha demostrado la reciente crisis, la deuda corporativa emergente no ha sufrido el contagio sistémico de los acontecimientos puntuales.
¿Están las malas noticias ya incorporadas a las cotizaciones o puede la situación empeorar a partir de este momento? No se puede saber a ciencia cierta, pero estamos empezando a detectar algunas de las mejores oportunidades de compra que hemos visto en mucho tiempo.
¿Cuánto está ya descontado?
Empecemos por la desoladora crisis humanitaria en Ucrania: los activos rusos se han depreciado hasta no valer prácticamente nada y Rusia ha sido excluida de los índices emergentes. El contagio regional ha estado bastante contenido hasta ahora y nuestra hipótesis de partida es que no se producirá una nueva escalada. Antes de la invasión infraponderábamos Rusia y gestionamos la situación utilizando coberturas, como posiciones cortas en el rublo y posiciones largas en las materias primas.
Hemos hablado de que la situación del sector inmobiliario chino probablemente no se resuelva pronto, pero con la caída del mercado de casi dos tercios desde mayo y con muchas empresas cotizando por debajo del 50% del valor nominal, existe menos margen para que el mercado empeore. Durante algún tiempo, hemos mantenido una infraponderación en el sector inmobiliario chino
Actualmente, el principal obstáculo de la deuda emergente es el entorno macroeconómico. El mercado está empezando a descontar un mayor riesgo de recesión mundial debido a la situación en Ucrania, y a los inversores les preocupa que la inflación pueda disminuir la capacidad de los bancos para intervenir en comparación con otras crisis recientes.
Es extremadamente difícil determinar cuándo se ha tocado fondo en una oleada de ventas. El panorama sigue siendo muy poco claro, sobre todo respecto a la inflación, pero así es como se presentan siempre las mejores oportunidades de compra.
Oportunidades
Un buen número de los países emergentes se beneficia del aumento de los precios de las materias primas y muchos de ellos llevan tiempo lidiando con el aumento de la inflación y están bastante más avanzados en el endurecimiento de la política monetaria que EE. UU. o Europa. Los fundamentales crediticios están mejorando en los mercados emergentes, sobre todo comparados con los mercados desarrollados.
En Latinoamérica, algunas de nuestras empresas energéticas favoritas pueden comprarse a bajo precio. Hemos visto cómo empresas de servicios públicos estables, respaldadas por activos y con flujos de efectivo en dólares caían con fuerza hasta niveles más atractivos. También apreciamos grandes oportunidades en el sector de las energías renovables de la India, las empresas energéticas de Indonesia y muchas otras.
Encontramos oportunidades muy selectivas en moneda nacional en lugares como Brasil, donde se han registrado caídas acusadas, se benefician del aumento de los precios de las materias primas y la política monetaria ya se ha endurecido.
La historia nos dice que cuando mejora el entorno, el mercado se mueve con extrema rapidez. Por lo tanto, los inversores cuentan con una oportunidad inusual para reforzar su exposición a los activos de los mercados emergentes.