En el marco del Día Internacional de la Mujer Rural, conmemorado este 15 de octubre, se busca exaltar la labor que realizan en sectores como la educación, la agricultura y la salud.
En Colombia, el 23,9 % de la población reside en zonas rurales, lo que representa 12,5 millones de personas, de las cuales 5,9 millones son mujeres, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). La mayoría de ellas trabajan en actividades vinculadas al campo, como la siembra de cultivos y el manejo de ganado. Sin embargo, el 32 % se destaca en sectores como la salud, la política y la educación.
Por ejemplo, en el ámbito educativo, más de 69.000 mujeres imparten clases en colegios rurales, según el Ministerio de Educación. Una de ellas es Angélica María Corredor, una bogotana de 30 años, que ha vivido en el municipio de La Peña, Cundinamarca, durante varios años, y enfrenta día a día los retos de trabajar en zonas apartadas del país.
“La ruralidad me ha acogido desde el principio y me ha invitado a desacelerar el ritmo de la ciudad. Desde entonces, he trabajado por forjar seres humanos íntegros en zonas donde las oportunidades son mucho más limitadas que en las áreas urbanas. La labor que se realiza en estos lugares es, sin lugar a duda, un aporte significativo para el futuro del país», aseguró Angélica.
En el marco del Día Internacional de las Mujeres Rurales, conmemorado el 15 de octubre, Angélica, docente de la Jornada Escolar Complementaria de Compensar, destaca cómo el sector educativo ha tenido que adaptarse a las condiciones propias de las regiones apartadas. Estas abarcan desde la forma de acceder a herramientas digitales hasta los métodos de enseñanza utilizados para ajustarse a las particularidades de cada comunidad.
«Enseñar en áreas rurales requiere un enfoque diferente al de las ciudades. Es necesario adaptar los contenidos y las metodologías para que respondan a las realidades y necesidades de los estudiantes. Por ejemplo, el limitado acceso a plataformas digitales nos ha llevado a implementar formas creativas de enseñanza con las herramientas disponibles, asegurándonos de que puedan acceder a nuevos conocimientos que complementen su aprendizaje cotidiano», aseguró la profe Angélica.
A estos desafíos se suman las dificultades cotidianas de las mujeres en zonas rurales, como las largas distancias, los cambios climáticos y los problemas para encontrar transporte adecuado. “Ha sido una travesía interesante y llena de resiliencia. Hay ocasiones en las que vamos tres personas en una moto, cruzando zonas llenas de barro, o encomendándonos a todos los dioses para evitar caídas. Sin embargo, todo vale la pena cuando vemos las sonrisas de nuestros alumnos al llegar al aula«, añadió Angélica.
Su labor es una contribución al fortalecimiento de la educación rural y al objetivo de reducir la deserción escolar en entornos rurales, la cual, con corte a 2023, alcanza el 23 % entre los cerca de dos millones de niños matriculados en colegios de zonas apartadas. Las principales causas de esta deserción son las dificultades de transporte, las precariedades económicas, los conflictos en zonas de riesgo y las condiciones familiares, según un informe del Laboratorio de Economía de la Universidad Javeriana.
Bajo ese contexto, uno de los retos que enfrentan estos docentes es poder impactar realmente a los niños que viven en condiciones de vulnerabilidad en el campo, y quienes encuentran barreras para el acceso a la formación académica.
“Los docentes nos encontramos con casos en los que se ha naturalizado que los menores trabajen entre semana en el pueblo o ayuden en casa con tareas como atrapar y preparar animales de la finca para el consumo. Esto muchas veces lleva a que abandonen sus estudios, sin embargo, nos hemos podido apalancar de iniciativas privadas como la Jornada Escolar Complementaria de Compensar, la cual atiende a niños y jóvenes de instituciones oficiales en Soacha, Nilo, La Peña, Fusagasugá y Caparrapí, con modalidades en ciencia y tecnología, deportes, artes, oralidad, lectura y escritura”, concluyó la docente.
De esta manera, la labor desempeñada por docentes como Angélica, logra tener un impacto más relevante en las comunidades de las zonas apartadas, formando, educando y ayudando a crecer al futuro del país.