El entorno universitario suele ser exigente, y no es raro que los estudiantes enfrenten episodios de estrés y frustración debido a la presión por cumplir con múltiples tareas, mantener un buen rendimiento y equilibrar la vida personal con la académica puede generar una sobrecarga emocional difícil de manejar.
De hecho, durante la pandemia por COVID-19, un informe de la Asociación Colombiana de Universidades (ASCUN), afirmó que el 46% de los estudiantes universitarios en Colombia ha reportado niveles altos de estrés, especialmente durante la mitad y el final del semestre académico.
Asimismo, un estudio publicado en la revista científica Ansiedad y Estrés en 2024, reveló que el 62,23% de los estudiantes universitarios colombianos presentan síntomas moderados o severos de estrés académico. Además, el 70% de los encuestados reportó problemas de sueño, lo que indica una relación directa entre el estrés y la calidad del descanso .
Frente a este panorama, Paola Bernal Quintero, consejera estudiantil de UCompensar, comparte algunas recomendaciones clave para prevenir y gestionar el estrés académico.
1. Planificación y organización: la base del equilibrio
Uno de los principales desencadenantes del estrés, según Bernal, es la falta de planificación. Muchos estudiantes asumen más responsabilidades de las que pueden manejar, lo que conduce a la acumulación de tareas y, con ello, al desbordamiento emocional.
“Es fundamental utilizar herramientas como agendas o calendarios para dividir las tareas grandes en actividades pequeñas y así evitar dejarlas para última hora”, señala. Además, recomienda establecer prioridades y evitar el multitasking: enfocarse en una sola actividad a la vez mejora la productividad y disminuye la sensación de caos.
2. Identificar las señales de alerta
Detectar a tiempo los síntomas del estrés puede marcar la diferencia. Entre las señales más comunes están el cansancio extremo, los trastornos del sueño, la mala alimentación y la desmotivación generalizada.
“Cuando notamos que hacemos las tareas solo por cumplir, que ya no disfrutamos las actividades o que nos sentimos irritables, es momento de hacer una pausa y reevaluar nuestras rutinas”, explica Bernal. En estos casos, se recomienda adoptar hábitos saludables como dormir bien, alimentarse de forma balanceada y reducir el consumo de cafeína o bebidas energizantes.
3. Aplicar técnicas efectivas de estudio y manejo del tiempo
Durante los periodos de alta presión, como los parciales o entregas finales, organizar el tiempo se vuelve aún más relevante. En estos momentos, la técnica Pomodoro puede ser una gran aliada: consiste en trabajar durante 25 minutos y descansar 5, lo cual favorece la concentración y evita el agotamiento mental.
Asimismo, Bernal enfatiza la importancia de complementar los estudios con actividades físicas y recreativas, como caminar, salir a tomar aire o conversar con amigos. “No se trata solo de estudiar, sino de mantener un equilibrio integral que permita sobrellevar mejor las exigencias académicas”, afirma.
4. Pedir ayuda: una habilidad clave del siglo XXI
Finalmente, la experta invita a los estudiantes a dejar de lado la idea de que deben poder con todo. “Pedir ayuda no es señal de debilidad, es una necesidad humana y una habilidad clave para el siglo XXI”, sostiene.
También es clave resaltar que las universidades cuentan desde las áreas de permanencia estudiantil y bienestar, con equipos psicosociales, dispuestos para brindar atención personalizada a los estudiantes que presentan síntomas de estrés. “El acompañamiento emocional y académico existe, solo hay que aprender a levantar la mano cuando se necesita”, concluye Bernal.