Para el primer trimestre de 2024 la tasa de informalidad nacional fue de 56,3%, -1,Gpp menor al mismo periodo del año pasado.
La informalidad es un tema central cuando se habla de mercado laboral en nuestro país. Su magnitud es reflejo de la calidad del trabajo al igual de que de la productividad. Altas tasas de informalidad reflejan cierta precarización de las condiciones laborales, pues los trabajadores no cuentan con asegura miento en salud en caso de enfermedad o de cobertura del sistema pensional que les permita asegurarse en su vejez. Además, muestra que el salario mínimo también es una barrera de entrada a ese sistema de seguridad social.
En términos de resultados, el primer trimestre de 2024 mostró una cifra nacional de informalidad que se ubicó en 56,3%, lo que representó una disminución de 1,Gpp respecto del mismo periodo del año pasado. Por su parte, la cifra para las 13 ciudades y sus áreas metropolitanas fue de 41,4%, evidenciando una reducción de 1,4pp respecto del primer trimestre de 2023. Lo anterior es una buena noticia, pues se evidencian mejoras respecto de la formalidad del empleo en los sitios donde se concentra la mayor cantidad de trabajadores. No obstante, resulta preocupante la cifra para los centros poblados y rural disperso, que, aunque presenta una disminución de -0,7pp en el mismo periodo de análisis, se ubica en 84,1% (ver Gráfico 1). De esta forma, la brecha en formalidad entre la tasa nacional y las zonas rurales es de 27,8pp. Para el mismo periodo el año pasado, la brecha era de 26,7pp. Eso muestra que la brecha empeoró en 1,1pp, producto de que la informalidad en las zonas rurales se redujo en menor proporción que en el resto del país.
Ahora, al revisar la cifra por género, la tasa de informalidad de las mujeres fue de 53,7% y la de los hombres fue de 58,1%, para una brecha de 4,4pp. La brecha en los centros poblados y rural disperso fue de apenas 0,2pp mientras que en las 13 ciudades fue de 1,1pp, lo que indica que, dentro de los centros productivos, las mujeres tienen más empleos formales que los hombres, mientras que, en las zonas rurales, la informalidad parece generalizada.
De esta forma, a nivel nacional las mujeres presentan una mayor incidencia en las dinámicas formales del empleo que los hombres. No obstante, como hemos reiterado, tienen una mayor tasa de desempleo. Dicho en otras palabras, si bien hay una mayor proporción de mujeres trabajadoras están afiliadas a seguridad social, son más los hombres que reciben algún tipo de remuneración o ingreso de trabajo, lo que muestra una mayor participación en el mercado laboral, pero de mayor asimetría en cuanto a sus condiciones laborales.
Otra de las desagregaciones que resulta importante analizar es la informalidad por rama de actividad. Las tres ramas con menores tasas de informalidad a nivel nacional (sin incluir la administración pública) son: la información y comunicaciones (11,7%), las actividades financieras y de seguros (12,1%) y las actividades inmobiliarias (18,8%). Las cifras reflejan la relación que existe entre la formalidad y las actividades más productivas. En contraste, las ramas con mayor tasa de informalidad fueron: las actividades agropecuarias (86, 2%), el alojamiento y servicios de comida (75,1%) y las actividades artísticas (72,6%). Los resultados son coherentes con las cifras presentadas por dominio geográfico, pues son las zonas rurales donde principalmente se desempeñan las actividades agropecuarias.
En suma, vale mencionar que la informalidad en el país, aunque tiene una tendencia decreciente, tiene una mejoría lenta y se mantiene en un relativo estancamiento. El Gráfico 1 evidencia que la tasa de informalidad del país se ha mantenido con poca variabilidad desde el segundo semestre de 2023 y que, desde el primer semestre de 2021, solo se ha logrado disminuir en 4,5pp. La propuesta de reforma laboral debe contener elementos que propendan por aumentar la cobertura de los trabajadores colombianos al sistema de seguridad social. Es innegable que, si la mayor parte de los colombianos gana menos de un mínimo, ese salario es una barrera de entrada que margina a los trabajadores de cotizar y tener derecho a una vejez digna. Repensar los mecanismos de cobertura y acceso es esencial para reducir los niveles de informalidad que tanto caracterizan nuestro mercado laboral.
Información proveniente de un comentario económico de ANIF.