Por: Heidy Melisa Bautista, docente del programa de Ingeniería Industrial de la Universidad de América.
Hace apenas unas pocas décadas, construir conocimiento en Colombia era una tarea que requería tiempo, paciencia y mucha determinación. Acceder a información significaba largas jornadas en bibliotecas, lecturas detenidas y la selección manual de material relevante, casi siempre impreso. Hoy, con solo escribir una pregunta, la inteligencia artificial (IA) nos entrega una respuesta inmediata, generando la ilusión de tener conocimiento al alcance de un clic.
Pero este acceso instantáneo nos plantea un desafío crucial: ¿cómo usar esta tecnología de forma crítica, ética y con propósito? Porque aunque la IA pueda procesar datos y simular respuestas «inteligentes», no reemplaza el juicio humano ni el conocimiento profundo que se construye con experiencia, contexto y comprensión sistémica.
En este sentido, es importante entender que la IA no es más que un conjunto de algoritmos entrenados con datos. Sus resultados, por sofisticados que parezcan, dependen de quién los diseña, con qué información se alimenta el sistema y para qué fin se programa. La IA, por tanto, no sustituye al conocimiento experto; lo potencia, siempre y cuando haya una mente formada que le dé dirección.
Desde la ingeniería industrial, el uso de la IA abre oportunidades en diversas áreas: desde la optimización de procesos y la logística inteligente, hasta el análisis predictivo en gestión de la producción y la mejora continua. Sin embargo, estas aplicaciones requieren algo más que «saber usar una herramienta». Requieren pensamiento crítico, comprensión profunda de los sistemas productivos, responsabilidad ética y visión estratégica. Como lo indica la OCDE (2023), “la implementación responsable de la IA exige no solo principios éticos, sino también conocimiento técnico y contextual por parte de los tomadores de decisión”.
En un mundo en constante transformación, el conocimiento experto no puede ser estático. Exige una actitud de aprendizaje permanente, apertura al cambio y capacidad de reinterpretar los desafíos a la luz de nuevas herramientas tecnológicas. El verdadero experto no es quien acumula datos, sino quien sabe qué preguntar, cómo interpretar y para qué transformar.
Por eso, hablar de Inteligencia Artificial con propósito implica una sinergia entre la tecnología y la formación integral de quienes la utilizan. En la Universidad de América, el programa de Ingeniería Industrial promueve precisamente esa visión: formar profesionales capaces de integrar la IA en contextos reales, con ética, rigor académico y compromiso con el desarrollo sostenible.
La IA no reemplaza el pensamiento humano, lo amplifica. Y cuando ese pensamiento está guiado por el conocimiento experto, el análisis crítico y una formación con propósito, los resultados no solo son efectivos, sino verdaderamente transformadores.