en la actualidad en nuestro país el nivel de desconfianza es similar al que se vivía cuando comenzó en la pandemia, la razón está en los temores por recesión global y la gran cantidad de reformas que busca implementar el gobierno colombiano, entre ellas la reforma a la salud.
Uno de los grandes frentes que tendrá la reforma es el rol futuro de las EPS, que aún no es claro, pero los mensajes del presidente y de la ministra indican que la función actual de este actor no los convence, pese a que las encuestas muestran que el 76% de las personas no quieren que se liquiden.
Uno de los impactos que tendría la liquidación de las EPS recae frente a los prestadores, las clínicas y hospitales que nos atienden cuando nos enfermamos, pues en la actualidad, si bien sus resultados financieros han mejorado en el tiempo, su situación depende del pago de las EPS.
Para que los resultados de las IPS sean realidad se requiere que los recursos financieros de las EPS, que su flujo de pagos, fluya de una manera correcta.
Se ha dicho históricamente que las EPS son mala pagas y resulta que cuando tomamos los datos de las 15 principales EPS del país, que tienen 42,7 millones de personas de la población de Colombia, hoy les pagan a sus proveedores, donde están las clínicas y hospitales, a los 52 días, mientras que hace cuatro años pagaban a los 104 días.
La idea de liquidar las EPS podría dejar con faltantes de recursos financieros a las IPS de entre $1,3 y $11,2 billones. Faltantes para comprar insumos médicos, pagar las prestaciones laborales, invertir en equipos médicos y cubrir sus compromisos bancarios.