La economía colombiana cierra el primer semestre en terreno mixto: el Banco de la República decidió no mover su tasa de interés, mientras que las cifras de empleo muestran una mejora parcial. Avances en los agregados, pero sin resolver los problemas de fondo.
Banco de la República mantiene tasas, el Gobierno no está de acuerdo
El Emisor dejó sin cambios su tasa de intervención en 9,25 %, en una decisión dividida: cuatro votos a favor, dos por reducirla 50 puntos y uno por bajarla 25. La lectura del Banco es clara: la inflación no está controlada, el déficit fiscal preocupa y el repunte económico es débil.
En el fondo, el Banco está marcando límites frente a un gobierno que presiona por recortes de tasas más agresivos. El ministro de Hacienda insistió en que la política monetaria está siendo innecesariamente contractiva y advirtió que hay espacio para bajar. Pero el mensaje del Banco es que mientras las expectativas de inflación no converjan al 3 % y las cuentas fiscales no muestren disciplina, no habrá relajación.
Además, la rebaja de calificación de Moody’s, aunque mantiene el grado de inversión, también dejó claro que el entorno externo sigue siendo un factor de peso. Y la próxima subida del diésel para el 30% del parque automotor es una señal adicional de que el ajuste apenas empieza.
Desempleo baja, pero el empleo sigue siendo frágil
La tasa de desempleo nacional fue de 9 % en mayo, la más baja para ese mes desde 2001. Se crearon casi 600.000 empleos en el último año y la participación laboral subió. Pero más de un tercio de esos nuevos empleos fueron informales. La informalidad total llegó al 55,9 %, sin mayores cambios frente al año pasado.
Buena parte del crecimiento vino de trabajadores por cuenta propia (más de 600.000 adicionales), mientras caían los empleadores y el empleo público. Es decir, hay más personas trabajando, pero en condiciones más precarias.
Esta es una victoria pírrica por más que desde el Gobierno lo quieran mostrar como un gran logro. La autocupación por simple supervivencia no es para hacer alarde.
Basta ver que sectores como transporte, comercio y servicios explican el grueso del aumento; manufactura y construcción, por el contrario, siguen perdiendo puestos.
Además, persisten brechas serias: la desocupación femenina sigue 4,5 puntos por encima de la masculina, el desempleo juvenil casi duplica el promedio nacional y regiones como Quibdó o Riohacha siguen con tasas alarmantes.
Más ocupación, pero menos productividad
Dicho esto, es claro que Colombia tiene más gente trabajando, pero no necesariamente mejor. El crecimiento del empleo está lejos de traducirse en formalización, productividad o estabilidad. Mientras tanto, el Banco mantiene una postura firme ante un entorno fiscal y externo incierto, y el Gobierno insiste en que ya es hora de aflojar.
El debate está servido: ¿primero estabilizar o primero crecer? Lo urgente es no perder de vista que sin calidad en el empleo y sin responsabilidad fiscal, ninguna de las dos opciones es sostenible.