En 2023, un estudio de McKinsey reveló que el 70% de las transformaciones corporativas fracasan por falta de habilidades blandas en sus líderes. Una cifra que, para Alejandro Arévalo, Co-Founder de T-Mapp, consultora líder en headhunting en Latinoamérica, confirma una realidad ineludible: «El perfil del líder del siglo XXI no se define por su expertise técnico, sino por su capacidad para conectar, inspirar y navegar en la complejidad humana». Su afirmación no es aislada. Según LinkedIn Talent Solutions, el 92% de los reclutadores globales priorizan las soft skills al seleccionar ejecutivos, incluso por encima de habilidades duras.
El giro es evidente. Hace una década, un CEO era evaluado por su capacidad para aumentar márgenes de ganancia. Hoy, en un entorno donde el 70% de los empleados vincula su bienestar al estilo de liderazgo de sus superiores (Gallup), las empresas entienden que el capital humano es su principal activo. «Un ejecutivo con inteligencia emocional puede incrementar la productividad de su equipo hasta en un 16%», explica un reporte reciente de la Universidad de Harvard. Pero, ¿cómo identificar y medir estas habilidades? Arévalo, cuyo algoritmo utilizado por T-Mapp evalúa competencias blandas en más de 20 industrias, lo tiene claro: «La clave está en diseñar procesos de selección que simulan escenarios reales. El 45% de las empresas ya usan evaluaciones psicométricas, pero solo el 18% incorpora dinámicas que miden adaptabilidad en tiempo real».
La pandemia aceleró la demanda de líderes resilientes: en 2022, el Foro Económico Mundial identificó que el 58% de las compañías del Fortune 500 incluyeron la gestión de crisis como competencia clave. «Hoy buscamos ejecutivos que no sólo resistan la presión, sino que transformen el caos en oportunidades. En T-Mapp, por ejemplo, usamos gamificación para analizar cómo los candidatos priorizan recursos en simulaciones de crisis», detalla Arévalo. Un enfoque similar al de Microsoft, que entrena a sus gerentes con simulaciones de disrupciones logísticas y ciberataques.
La comunicación efectiva también emerge como pilar. No es casual que el 85% de los problemas en equipos multinacionales se atribuyan a fallas interculturales (Harvard Business Review). «Un líder debe ser un storyteller estratégico. Millones de empresas han logrado una mayor alineación global tras entrenar a sus ejecutivos en narrativas transversales», comenta Arévalo. Pero la habilidad más decisiva, según él, es la inteligencia emocional. «Un estudio de Capgemini muestra que líderes con alta inteligencia emocional logran retener en mayor porcentaje a su talento. En T-Mapp, hemos visto que ejecutivos con esta habilidad aceleran la innovación, porque escuchan sin prejuicios a sus equipos», afirma.
Las empresas ya actúan. Google destina un porcentaje de su presupuesto de capacitación a programas de liderazgo colaborativo, mientras un estudio de DDI World (Global Leadership Forecast 2023) reveló que las organizaciones que priorizan el desarrollo de soft skills en sus gerentes logran un crecimiento en ingresos 2,5 veces mayorque sus competidores. Para el consultor de T-Mapp, esto refleja una tendencia irreversible: «El ROI de las soft skills no se mide solo en plata, sino en agilidad organizacional. En T-Mapp, hemos visto que empresas con programas estructurados en estas habilidades reducen un 40% el tiempo de adaptación a crisis». El mensaje es claro: en la era digital, lo humano se vuelve el gran diferenciador. Como resume Arévalo: «La próxima ola de líderes no competirá por quién domina más datos, sino por quién logra que esos datos generen propósito. Y eso, h