El país podría verse afectado por el encarecimiento de las materias primas importadas.
Bogotá, abril de 2025. En medio de un panorama económico global en tensión, el presidente estadounidense Donald Trump ha desatado una nueva guerra comercial al imponer aranceles a los productos chinos, lo que ha puesto en estado de alerta a distintos países. Aunque inicialmente el debate se ha centrado en la disputa entre Estados Unidos y China, las repercusiones podrían sentirse en toda América Latina, especialmente en países con alta dependencia comercial del mercado estadounidense.
“El origen de esta nueva confrontación comercial radica en el deseo de Trump de equilibrar la balanza comercial de su país, que presenta un déficit significativo frente a China. Su estrategia, aunque calificada como “recíproca”, en realidad responde a una fórmula unilateral basada en el déficit comercial, y no en una proporcionalidad arancelaria entre ambas naciones”, asegura María Cristina Casadiego, experta en finanzas y negocios internacionales y docente de la Escuela de Negocios de UCompensar.
Además, de acuerdo al análisis de varios expertos, el aumento progresivo de los aranceles -que ya ha llegado al 145% en algunos casos- busca desincentivar la importación de productos chinos y forzar la relocalización de las operaciones de empresas estadounidenses. Algunas compañías han anunciado su retorno a EE. UU., lo cual se alinea con el objetivo de fortalecer la producción interna. Sin embargo, esto también podría traducirse en un alza significativa en los costos para los consumidores.
Posibles implicaciones para Colombia
De acuerdo con Casadiego, aunque Colombia no es un actor directo en esta disputa, podría sufrir efectos colaterales. La razón principal radica en la estructura misma del comercio global: “muchos de los insumos y materias primas que utiliza la industria nacional provienen de cadenas productivas que incluyen a China y EE. UU. Por tanto, cualquier alteración en los precios o disponibilidad de estos insumos impactará a los productores colombianos”, afirmó.
Además, Estados Unidos ha impuesto un arancel general del 10% a todos los países, incluyendo a aquellos con tratados de libre comercio vigentes, como Colombia. Cabe resaltar, que estos aranceles están suspendidos por 180 días para los países diferentes a China, pero existe el riesgo de que se reactiven en cualquier momento. Esta medida desconoce los acuerdos multilaterales y bilaterales que durante años han buscado establecer reglas claras en el comercio internacional. De hecho, Colombia tardó cerca de siete años en negociar y firmar su TLC con EE. UU., el cual ahora podría perder su relevancia si persiste esta política proteccionista.
En este contexto, Colombia enfrenta una dualidad: por un lado, se vuelve más competitiva frente a países con aranceles más altos como China (145%) o la Unión Europea (20%); por otro, pierde beneficios arancelarios claves al ingresar sus productos originarios a Estados Unidos y se ve obligada a pagar más por las materias primas que provengan del país americano, pero que contengan materias primas Chinas.
De manera indirecta, el país también podría verse afectado por una posible manipulación del tránsito marítimo. China, como potencia logística que administra numerosos puertos a nivel global, podría responder al proteccionismo estadounidense dificultando el acceso a rutas comerciales estratégicas. Tal escenario haría que los costos logísticos se disparen.
Recomendaciones para el empresariado colombiano
En cuanto al sector empresarial colombiano, la académica señala la necesidad de tomar decisiones rápidas y bien informadas. Las juntas directivas deben estar al tanto de los cambios en el comercio internacional, evaluar los costos de su cadena productiva y monitorear el comportamiento de los mercados bursátiles, donde el pánico financiero puede desatarse en cuestión de horas.
Una de las recomendaciones más urgentes es reevaluar el origen de las materias primas. Si bien ningún mercado es completamente estable, Europa aparece como una opción atractiva al seguir respetando los acuerdos comerciales vigentes con Colombia. Esta diversificación de proveedores puede amortiguar el impacto del encarecimiento de productos provenientes de EE. UU.
Además, es fundamental que las empresas estén atentas al análisis de expertos, especialmente académicos e investigadores, cuya visión técnica puede orientar la toma de decisiones estratégicas. La confianza en la estabilidad jurídica de los acuerdos internacionales se ha visto fracturada, y la adaptabilidad será clave para sobrevivir a un entorno comercial tan volátil.
Finalmente, esta guerra arancelaria expone la fragilidad de los sistemas de gobernanza comercial internacional. La unilateralidad con la que se han tomado decisiones desde Estados Unidos pone en entredicho la legitimidad de organismos como la Organización Mundial del Comercio – OMC y obliga a los países en desarrollo a repensar sus estrategias de protección y negociación. Además, aunque el país no es el blanco directo de los aranceles de Trump, sí es un eslabón vulnerable en una cadena global interdependiente.