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¿Por qué detrás de cada alimento seguro debe haber tecnología, datos y vigilancia?

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Categoría: Salud
Industria de alimentos

600 millones de personas se enferman cada año en el mundo por consumir alimentos contaminados, y 420 mil mueren por enfermedades transmitidas por los alimentos, según datos de la OMS.

En la producción de alimentos, desde el campo hasta el hogar, cada eslabón de la cadena tiene un papel clave en la prevención de riesgos. En este esfuerzo colectivo, la ciencia ocupa un lugar central en la construcción de sistemas alimentarios más seguros.

La industria de alimentos, comprometida con la protección de la salud de los consumidores, trabaja con un enfoque preventivo que comienza mucho antes de que un producto llegue a la mesa. Gracias al uso de datos, sistemas de monitoreo y decisiones basadas en evidencia científica, se fortalece cada etapa de la cadena con rigurosidad y responsabilidad.

Esto de suma importancia dado que, de acuerdo con datos de la OMS, cada año, 600 millones de personas en el mundo se enferman por consumir alimentos contaminados, y 420 mil mueren por enfermedades transmitidas por los alimentos. En adición, el consumo de alimentos contaminados tiene un costo abrumador: en países de ingresos bajos y medios, la carga asociada supera los 110 mil millones de dólares al año, debido a pérdidas de productividad y gastos en salud.

Análisis de Riesgos Sanitarios

El Análisis de Riesgos Sanitarios es una de las herramientas más valiosas que aplica la industria para proteger la salud de los consumidores. A través de este enfoque, las empresas identifican posibles peligros —como contaminantes microbiológicos, residuos químicos o cuerpos extraños—, evalúan su impacto potencial y definen medidas para prevenirlos o controlarlos. Esta lógica de anticipación permite diseñar procesos más seguros, establecer puntos críticos de control y tomar decisiones basadas en evidencia. Es una forma de poner la ciencia al servicio del bienestar de millones de personas, antes de que cualquier riesgo se materialice, afectando los alimentos que consumen.

Todo comienza en la tierra

Antes de que un alimento llegue a una planta, la ciencia ya está trabajando para mejorar las condiciones de inocuidad en el campo. Investigaciones sobre cómo reducir a niveles seguros los microorganismos y contaminantes en el suelo, el uso de pesticidas y medicamentos veterinarios, la calidad del agua y la salud animal permiten que los cultivos y otras materias primas se produzcan con el menor riesgo sanitario. A esto se suman los sistemas de trazabilidad desde el origen, que documentan cada etapa del proceso y permiten seguir el rastro de los productos desde su punto de partida, lo que permite tener mayores controles.

Fábricas proactivas: cómo los datos anticipan los riesgos

En las plantas de procesamiento, sensores, algoritmos y protocolos rigurosos monitorean en tiempo real cualquier desviación en los niveles óptimos de inocuidad y calidad. La información recolectada a lo largo de toda la cadena se convierte en una herramienta clave para tomar decisiones y anticipar riesgos. Es ciencia puesta en práctica, todos los días, para que lo que sale empacado llegue seguro a manos del consumidor.

Decisiones informadas detrás del mostrador

El almacenamiento adecuado según temperatura, la rotación por fechas de vencimiento (PEPS: primero en entrar, primero en salir) y la capacitación continua del personal en manipulación higiénica de alimentos hacen parte del engranaje que asegura la inocuidad en puntos de venta. Aquí, la ciencia se traduce en buenas prácticas como el control de la cadena de frío, la limpieza cruzada y la identificación de productos potencialmente riesgosos. Todo esto permite minimizar el riesgo antes de que el producto llegue a manos del consumidor.

El eslabón final

Desde saber cuánto calentar un alimento hasta cómo evitar la contaminación cruzada en casa, las decisiones al cocinar también se basan en evidencia científica. Este último paso puede marcar la diferencia entre un plato seguro y una intoxicación.

“La ciencia es la columna vertebral de la inocuidad alimentaria. Sin datos, no hay decisiones; sin monitoreo, no hay prevención. Por eso, desde la industria trabajamos de la mano con el desarrollo y la tecnología para garantizar que cada alimento que llega a la mesa cumpla con los más altos estándares de seguridad”, afirma Camilo Montes, director de la Cámara de la Industria de Alimentos de la ANDI.

Ciencia en acción, todos los días

La seguridad de los alimentos no es un acto aislado. Es un esfuerzo diario, consciente y colectivo. Y aunque muchas veces pase desapercibido, lo cierto es que detrás de cada producto que se consume, hay ciencia garantizando que sea seguro.

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