La fotografía vive un punto de inflexión con la inteligencia artificial, Abdiel Céspedes, fotógrafo y experto en diseño, advierte que la IA redefine cómo miramos y registramos el mundo, pero no reemplaza la visión de un profesional.
La fotografía siempre ha estado marcada por la innovación tecnológica. Desde que Nicéphore Niépce logró en 1826 capturar la primera imagen permanente de un paisaje en una placa metálica fotosensible, hasta que Louis Daguerre presentó el daguerrotipo en 1839, reduciendo los tiempos de exposición y llevando el arte a un público más amplio y comercial, cada avance ha cambiado la manera de capturar y reproducir imágenes.
Hoy, casi dos siglos después, la conversación gira en torno a la injerencia de la inteligencia artificial en la fotografía, especialmente con la sofisticación de la IA generativa, que ha evolucionado en tiempo récord para crear imágenes cada vez más realistas, complejas y elaboradas. De hecho, fabricantes tecnológicos, desarrolladores y compañías de software han emprendido una carrera por integrar de manera más fluida nuevas herramientas y aplicaciones basadas en IA y algoritmos avanzados que permiten ajustar automáticamente la iluminación, generar imágenes con una composición específica, editar fotografías sin dejar rastros visibles y hasta recrear fondos completos en segundos.
La irrupción de la IA en la fotografía ha generado debates que exploran si se trata de una amenaza para el oficio, o de un nuevo capítulo en la evolución de la industria audiovisual. Sin embargo, la clave está en el uso responsable de esta tecnología como una plataforma de apoyo para potenciar las habilidades y aptitudes de fotógrafos y realizadores visuales. Para Abdiel Céspedes, fotógrafo profesional y experto en diseño gráfico, publicidad y animación 3D, el riesgo está en que estas herramientas se usen sin criterio, borrando la línea entre lo real y lo artificial. Por ello, argumenta que, “bien aplicada, la IA puede convertirse en un recurso valioso, tal como lo fueron en su momento el revelado químico, la fotografía digital o el software de edición”.
Bajo esta óptica, la responsabilidad se convierte en un elemento compartido. En la industria de la moda, por ejemplo, se han documentado casos de uso de inteligencia artificial para generar campañas de marcas como Guess en las páginas de la prestigiosa revista Vogue. Estas imágenes no solo se viralizaron cuestionando la línea ética de compañías que han alcanzado su fama y reconocimiento gracias al trabajo de fotógrafos con años de trayectoria y equipos profesionales enteros, sino además por el papel de la IA en los retoques fotográficos, donde puede aumentar la idealización de estándares. Una esfera en la que los especialistas de la edición han destacado por su capacidad para transmitir sensaciones y atmósferas que cuentan una historia, más allá de modificar solo aspectos físicos.
Pero la llegada de la inteligencia artificial también ha transformado positivamente la fotografía digital, no solo en edición, sino también optimizando el uso de sensores y el procesamiento digital de las imágenes. Fabricantes de celulares y cámaras profesionales están usando tecnología neural que aprende a combinar múltiples exposiciones para mejorar los detalles, reducir el ruido y lograr texturas más naturales en condiciones de luz baja. Otro caso es el de la IA que ayuda a estabilizar fotos y videos con zoom, rellenar pixeles en imágenes de baja calidad e incluso eliminar elementos indeseados de una foto con precisión.
Gracias a estos avances, los sensores modernos capturan más información y los lentes se complementan con software inteligentes que “entienden” la escena: iluminación, movimiento, objetos en primer plano, desenfoque. Esto, llevado a la escala profesional, puede convertirse en una herramienta que facilite la captura y edición de imágenes, apoyando el trabajo del fotógrafo en términos de composición, encuadre y escenografía.
Céspedes destaca quehay toda una parafernalia detrás de cada trabajo fotográfico que la IA simplemente no puede reemplazar. Como fotógrafo de bodas y eventos, el fotógrafo explica que toda la puesta en escena, ese storytelling detrás de cada propuesta y la personalización que solo otorga conocer las expectativas de sus clientes, son aspectos que la IA puede apoyar pero no recrear.
Ese componente humano lo ha consolidado por 15 años como un destacado fotógrafo colombiano, con la capacidad de capturar festividades latinas desde un concepto artístico y cultural que requiere sensibilidad, criterio y una experiencia que lleva en el ADN. “La inteligencia artificial no viene a reemplazar la mirada humana. El ojo del fotógrafo sigue siendo insustituible, porque es el que define la emoción y la historia detrás de cada imagen. La IA puede agilizar procesos y aportar recursos técnicos, pero la esencia de la fotografía seguirá siendo humana”, concluye.