La psiquiatra Laura Villamil alerta sobre cómo los mandatos de género aumentan el riesgo de depresión y suicidio en los hombres, un problema de salud pública con profundas repercusiones económicas y sociales.
En un panorama donde la salud mental se consolida como un pilar fundamental del desarrollo humano y económico, la evidencia apunta a una crisis silenciosa que afecta particularmente a los hombres debido a su profunda reticencia a buscar ayuda psicológica.
La psiquiatra Laura Villamil, desglosa con preocupación cómo los mandatos tradicionales de masculinidad no solo perpetúan un sufrimiento evitable, sino que tienen un costo tangible en vidas y productividad.
Los estudios, consultados por la experta, indican que los hombres son significativamente menos propensos que las mujeres a recibir ayuda profesional para sus problemas de salud mental, una realidad con consecuencias devastadoras.
La dificultad, explica la Dra. Villamil, se atribuye directamente a normas masculinas tradicionales que exigen ser fuerte, exitoso, autosuficiente y tener el control, junto con un énfasis dañino en evitar toda emoción considerada vulnerable.
“La depresión se describe como ‘incompatible’ con la masculinidad tradicional”, señala la psiquiatra. Esto se debe a que las experiencias emocionales de la depresión, como la impotencia y la falta de control, se vinculan socialmente con la feminidad, dejando a muchos hombres sintiéndose débiles y vulnerables, una percepción que choca frontalmente con el ideal que se espera de ellos.
Este conflicto tiene un alto precio social. Recibir apoyo o buscar ayuda conlleva el riesgo real de ser ridiculizado, marginado o ser visto como «poco varonil» por los demás. Además, la depresión es percibida frecuentemente como una amenaza directa a su rol de proveedores familiares.
“Muchos hombres reportan sentimientos de incompetencia e incapacidad en comparación con su situación antes de la depresión”, agrega Villamil, destacando cómo la enfermedad impacta su autoimagen y funcionalidad económica.
Las consecuencias de este silencio obligado alcanzan su punto más crítico y trágico en las cifras de suicidio. La psiquiatra aporta una estadística contundente y global que señala que los hombres representan aproximadamente el 75% del millón de muertes anuales por suicidio en todo el mundo.
Además, investigaciones recientes, citadas por Villamil, indican una relación directa entre este acto extremo y la búsqueda activa de una masculinidad hegemónica a través de la restricción emocional. “Las emociones no son solo facetas de la personalidad, sino ‘intercambios sociales’ regidos por normas sociales”, explica.
En este esquema, expresar emociones como el miedo o la tristeza reduce la percepción de masculinidad, mientras que movilizar emociones como la ira a través de actos de violencia puede, paradójicamente, mejorar el estatus masculino.
En este contexto, el suicidio podría entenderse, según el análisis de la especialista, como un intento desesperado de resolver dificultades con la práctica emocional, una forma extrema de acabar con emociones que ya no se pueden contener.
“Los hombres que intentan suicidarse pueden elegir la muerte en lugar de revelar su estado”, dice Villamil, subrayando la profundidad del estigma. Frente a este escenario, la especialista deja un mensaje claro y necesario,y es que pedir ayuda no te hace débil, te hace responsable contigo mismo”. Una verdad que, de ser internalizada, podría comenzar a cambiar el curso de lo que significa esta silenciosa epidemia.