Un estudio de Alvarez & Marsal advierte que las pequeñas y medianas empresas están soportando más carga tributaria, menor liquidez y mayor endeudamiento, afectando el pulso de toda la economía.
El ritmo de la economía colombiana no sólo lo marcan los grandes conglomerados que concentran buena parte del PIB, sino las más de 28 mil micro, pequeñas y medianas empresas (MiPYMES) que sostienen la producción cotidiana. Un reciente análisis de la firma global Alvarez & Marsal (A&M), con base en datos oficiales de la Superintendencia de Sociedades de los últimos cinco años, revela que el desempeño de estas compañías funciona como un indicador adelantado de los ciclos económicos del país.
Una estructura desigual
En Colombia, cerca del 99% de las empresas activas son MiPYMES, mientras apenas el 1% corresponde a grandes corporaciones (entre 15.000 y 20.000 firmas). Sin embargo, las 1.000 empresas más grandes explican el 70% del PIB, y el 5% superior aporta el 42%. Lejos de restar importancia a las pequeñas, este contraste demuestra su papel crucial: cuando las MiPYMES se tensionan, las grandes también sufren.
La grieta del capital de trabajo se reabre en 2024
El informe evidencia que la brecha entre los días de cobro y pago (DSO–DPO) se amplió nuevamente este año.Durante la pandemia, las MiPYMES cobraban más tarde y pagaban más rápido, financiando de facto a clientes de mayor tamaño. Aunque en 2021 y 2022 hubo una leve recuperación, en 2023 y 2024 el patrón regresó, dejando a las pequeñas con flujos de caja más frágiles y exposición creciente a retrasos. Según A&M, esta dinámica no solo genera problemas de liquidez, sino que transmite riesgo a través de toda la cadena de suministro.
Más impuestos donde hay menos margen
Otro hallazgo preocupante es el aumento de la presión fiscal efectiva. Entre 2019 y 2024, la relación entre impuesto de renta y utilidad antes de impuestos (UAI) creció más del 26% en términos reales para las MiPYMES. En contraste, las grandes empresas no registraron aumento en su tasa efectiva. Las más pequeñas, con menor capacidad de planeación tributaria, han absorbido directamente el impacto, sacrificando inversión y rentabilidad.
Endeudamiento en niveles críticos
En materia financiera, el indicador EBITDA/Deuda en las microempresas se deterioró de 69% en 2019 a 87% en 2024, lo que implica que por cada peso de resultados, casi otro peso está comprometido en deuda. Esto limita su capacidad de maniobra ante choques económicos, obliga a buscar fondeo más caro (factoring o préstamos informales) y profundiza un círculo vicioso de fragilidad operativa.
Impacto sistémico
La situación no se queda en la base empresarial. Según A&M, los efectos se propagan hacia las grandes compañías por tres vías principales:
- Proveedores con menor liquidez y mayor riesgo de incumplimiento.
- Ciclos de caja más largos que encarecen el capital de trabajo.
- Menor inversión y empleo, con impacto directo sobre la demanda.
En palabras del informe, la asimetría entre grandes y MiPYMES es un problema sistémico, no solo distributivo. “Hay menos inversión, más fricción en cadenas críticas y mayores tensiones de liquidez en todo el ecosistema empresarial”, advierte la firma.