Justo cuando llega el ansiado descanso de fin de año, cuando por fin podemos desconectarnos del trabajo y disfrutar de unas merecidas vacaciones, ocurre algo paradójico, nos enfermamos.
Resfriados, fiebre baja, herpes labial, dolores corporales y un cansancio extremo aparecen precisamente cuando creíamos que íbamos a recuperar energías. Lejos de ser mala suerte o coincidencia, este fenómeno tiene una explicación científica que revela cómo el estrés laboral prolongado cobra factura al organismo.
Laura Villamil, psiquiatra experta, explica que cuando una persona ha estado sometida a muchos meses de estrés intenso, su cuerpo funciona literalmente «a empujones» gracias a hormonas como el cortisol y la adrenalina. Estas sustancias mantienen al trabajador activo y alerta, pero a un costo muy alto porque bloquean funciones vitales del organismo.
Según la especialista, estas hormonas del estrés bajan las defensas del sistema inmunológico, apagan las señales naturales de cansancio que el cuerpo envía y frenan los procesos de reparación celular que deberían ocurrir normalmente.
El problema surge precisamente cuando llega el descanso. El cerebro interpreta que «ya no hay peligro» y apaga de golpe esas hormonas del estrés que habían mantenido al cuerpo en estado de alerta durante meses. Es en ese momento cuando el organismo revela el verdadero estado en que se encuentra, y las consecuencias pueden ser incómodas, aunque completamente normales desde el punto de vista fisiológico.
Villamil identifica tres reacciones que experimenta el cuerpo cuando finalmente puede descansar. La primera es el despertar del sistema inmunológico. Como el cortisol ya no lo está frenando, las defensas rebotan y reaccionan con fuerza. Por eso es tan común que aparezcan resfriados, fiebre baja, herpes labial y dolores corporales justo al comenzar las vacaciones.
Villamil es enfática al aclarar que no se trata de que las personas se estén enfermando «por las vacaciones», sino que el organismo se estaba sosteniendo artificialmente gracias a las hormonas del estrés.
La segunda reacción es la aparición del cansancio real. Cuando baja la adrenalina, el cuerpo muestra el agotamiento acumulado que antes estaba tapado por estas sustancias químicas. Es por esto que durante los primeros días de descanso muchas personas se sienten muy cansadas, sin energía y con sueño todo el tiempo. No se trata de pereza ni de falta de motivación, señala Villamil, sino del cuerpo recuperando lo que no pudo procesar antes.
Finalmente, el organismo entra en modo reparación. Al activarse el sistema nervioso parasimpático, responsable del descanso y la digestión, el cuerpo aprovecha para reparar tejidos, bajar la inflamación acumulada y regular funciones como la digestión y el sueño. Este proceso de reparación también puede hacer que las personas se sientan «raras» o experimenten molestias que antes no percibían.
Lo que revela este fenómeno es la magnitud del desgaste que sufren miles de trabajadores colombianos durante el año laboral. El síndrome del trabajador quemado no es solo una expresión popular, sino una realidad médica que evidencia cómo el estrés crónico mantiene al cuerpo en un estado de alerta constante que no es sostenible. Las vacaciones no son el problema, sino el momento en que el organismo finalmente puede mostrar las consecuencias de meses de funcionamiento bajo presión extrema.
La recomendación de Villamil es clara. “Estos síntomas son normales y forman parte del proceso de recuperación del cuerpo”.
Entender que el malestar inicial de las vacaciones es una señal de que el organismo está sanando puede ayudar a los trabajadores a no alarmarse y a permitir que el proceso de descanso y reparación ocurra naturalmente. El verdadero desafío, concluye la especialista, no está en cómo manejar estos síntomas vacacionales, sino en repensar las condiciones laborales que llevan al cuerpo a este nivel de desgaste.

psiquiatra experta.