Por: Patricia Patiño, Líder de IA & Data de EY Colombia.
En los últimos años, la inteligencia artificial ha evolucionado, pasando de ser una herramienta predictiva para convertirse en un verdadero motor de transformación. Hoy, los protagonistas son los agentes de IA: sistemas capaces no solamente de analizar información, sino también de razonar, planear y ejecutar acciones de manera autónoma.
A diferencia de los modelos tradicionales, los agentes de IA no esperan órdenes puntuales: aprenden del contexto, colaboran entre sí y pueden completar cadenas de tareas complejas de principio a fin. Este cambio representa una nueva etapa en la automatización inteligente y abre la puerta a un salto en productividad.
Aplicaciones en el sector productivo
● Manufactura y logística: agentes que optimizan en tiempo real la cadena de suministro, ajustando inventarios, transporte y producción frente a cambios en la demanda o interrupciones globales.
● Sector salud: asistentes autónomos que coordinan citas, procesan historias clínicas y apoyan diagnósticos, liberando tiempo para que médicos y enfermeras se concentren en el cuidado humano.
● Gobierno y servicios públicos: agentes que permiten la interoperabilidad entre entidades y la automatización de trámites ciudadanos, reduciendo tiempos y mejorando la transparencia.
● Finanzas: asesores virtuales que no solo responden preguntas, sino que gestionan portafolios, anticipan
riesgos y ejecutan operaciones de manera confiable.
El potencial es enorme, pero también surgen desafíos: garantizar la seguridad y confiabilidad de agentes autónomos, diseñar marcos de ética y regulación que acompañen su despliegue, y formar al talento humano que trabajará en conjunto con estas nuevas tecnologías. La velocidad de integración de la IA supera la implementación de controles responsables y de gestión de riesgos.
¿Entonces cómo avanzar?
● Fortalecer la gobernanza: es fundamental que las empresas implementen protocolos robustos de IA
responsable, cubriendo todas las áreas del marco EY: responsabilidad, cumplimiento, seguridad, transparencia, equidad, privacidad, robustez, explicabilidad y sostenibilidad.
● Capacitación y cultura: invertir en formación y cultura organizacional para que la adopción de IA esté
acompañada de una gestión ética y responsable.
● Medición y mejora continua: adoptar métricas claras para evaluar el impacto, y ajustar las estrategias conforme evoluciona la tecnología y el entorno regulatorio.
Los agentes más poderosos no serán necesariamente los más inteligentes, sino aquellos con acceso a la mejor información contextualizada, desplegados sobre arquitecturas tecnológicas seguras y confiables.