La industria prevé que, en Colombia, entre 2022 y 2027, el uso de datos móviles crecerá al 30% anualmente, y para 2032 se requerirá el doble de la infraestructura existente.
¿Qué pasaría si hoy en día en una casa donde vive una familia de cinco personas hubiera un solo tomacorriente? Sin duda sería insuficiente para satisfacer las necesidades electrónicas de todos sus habitantes. Esto aplica de igual manera con la infraestructura de telecomunicaciones; se necesita aumentarla para atender la demanda de conectividad de los ciudadanos de forma sostenible y eficiente, y por supuesto, con reglas claras y predecibles.
ATC Colombia afirma que para cumplir la meta del Gobierno de garantizar el 85% de conectividad en el país para 2026, se requiere la instalación de nueva infraestructura. En Colombia la industria prevé que, entre 2022 y 2027, el uso de datos móviles crecerá al 30% anualmente. Un estudio de la Consultora SmC+ Digital Public Affairs indicó que para seguir cubriendo la demanda de servicios móviles de todas las tecnologías disponibles (3G, 4G y 5G) se requerirán 26 mil sitios, en 2027, y 43 mil sitios, en 2032, de las cuales aproximadamente 50% serán celdas pequeñas en zonas de alta demanda. Actualmente existen 21 mil, por lo que para 2032 se requerirá el doble de la infraestructura existente.
Esa tendencia de crecimiento de infraestructura de telecomunicaciones debe regularse con un criterio de eficiencia en el despliegue y aprovechamiento integral del potencial actualmente instalado, que garantice el cierre de la brecha digital y apalanque el proceso de adopción tecnológica, al tiempo que evite vicios como la duplicidad y el despliegue irregular, que no sólo no solucionan los problemas de conectividad, sino que generan contaminación visual en las ciudades.
Se deben promover medidas para que la infraestructura pasiva se comparta en mayor medida para generar un despliegue de la cobertura más amplio y rápido hacia zonas geográficas nuevas y desatendidas, que reduzca los costos de despliegue y de operación de sitios, el gasto de energía y el impacto visual que puede generar la duplicidad innecesaria.
Compartir la infraestructura pasiva de una manera sustentable, planificada y eficiente, no sólo va a permitir maximizar los beneficios sociales reflejados en cobertura, velocidad de internet móvil e inversión per cápita, sino que permite focalizar los esfuerzos económicos del despliegue de infraestructura para resolver los problemas estructurales de conectividad y usabilidad de los servicios de telecomunicaciones, con lo que el 85% de conectividad, así como el cierre de la brecha de conectividad entre áreas rurales y urbanas, dejarán de ser metas utópicas y se convertirán en posibilidades factibles.