Con un volumen de inversión sin precedentes, este sector se redefine a través de tecnología avanzada, trazabilidad ambiental y decisiones operativas en tiempo real.
La industria del petróleo y gas atraviesa un punto de inflexión en Latinoamérica. La modernización tecnológica ya no es una opción, sino una condición necesaria para garantizar la competitividad, sostenibilidad y seguridad de un sector clave para el desarrollo económico regional. Con inversiones proyectadas que superan los 500 mil millones de dólares hacia 2030, según Rystad Energy, países como Argentina, Colombia, Ecuador y Chile se encuentran frente a una oportunidad única para reconfigurar su matriz energética con una mirada más eficiente, conectada y resiliente.
A pesar de los signos de crecimiento, el escenario presenta desafíos estructurales; gran parte de la infraestructura actual -tanto en yacimientos on-shore como en plataformas off-shore– funciona con tecnologías obsoletas que dificultan la automatización, elevan los costos operativos y exponen a las operaciones a mayores riesgos ambientales y de ciberseguridad. En terminales de almacenamiento, ductos y buques, la falta de telemetría avanzada y sistemas de control modernos limita la capacidad de respuesta ante fallas, filtraciones o incidentes.
Julieta Rodríguez, gerente de Cuentas Estratégicas para Petróleo y Gas en Rockwell Automation Latinoamérica, lo resume con claridad: “Modernizar no es solo digitalizar, es transformar toda la cadena de valor para anticipar fallas, mejorar la eficiencia energética y operar de forma segura y sostenible. Es la diferencia entre sobrevivir o liderar en un mercado global altamente competitivo”.
El caso de Argentina ilustra el potencial del cambio. La producción en Vaca Muerta alcanzó este año un nuevo récord, con un aumento del 26% en petróleo y un 16% en gas natural en el primer trimestre, gracias a una estrategia que combina inversión, digitalización y control operativo inteligente. En paralelo, Chile avanza con normativas de trazabilidad de carbono que exigen mayor visibilidad de procesos, mientras Colombia y Ecuador buscan sostener su producción en medio de presiones fiscales y ambientales.
La modernización no solo apunta a la productividad; también es clave avanzar en sostenibilidad, plantea la experta de Rockwell Automation. Por ello, incorporar sistemas de medición energética, plataformas de análisis en tiempo real y tecnologías de verificación de emisiones permite optimizar recursos, reducir la huella de carbono y cumplir con estándares ambientales cada vez más exigentes a nivel internacional. En este sentido, Rodríguez destaca que “el verdadero valor de la automatización está en la integración de datos con inteligencia operativa. Solo así es posible tomar decisiones en tiempo real y responder con agilidad a los desafíos del negocio y del entorno”.
El proceso, sin embargo, no está exento de obstáculos. Migrar hacia tecnologías más avanzadas requiere inversiones sostenidas, desarrollo de talento técnico y una hoja de ruta que contemple la actualización por fases, para minimizar interrupciones y garantizar continuidad operativa.
Aun así, los beneficios son evidentes: menor riesgo operativo, mayor eficiencia, datos más precisos y una industria preparada para expandirse con una base sólida. “La región está en condiciones de posicionarse como un actor relevante en la nueva geopolítica energética. Modernizar sus activos, digitalizar sus operaciones y automatizar sus procesos será el factor determinante para consolidar esa posición, porque el futuro de la energía no solo se extrae, también se construye con tecnología”, concluye Julieta Rodríguez.
