El nuevo informe anual de la CEPAL advierte que la crisis ha agudizado los problemas estructurales de la región, proyecta una desaceleración para el próximo año y afirma que para sostener un crecimiento sostenible, dinámico e inclusivo se requiere aumentar la inversión y el empleo.
Pese a que los rezagos de la pandemia continúan latentes en el desarrollo y crecimiento de la economía de los países a nivel global, agudizando problemas estructurales como informalidad, desocupación, desigualdad, pobreza, baja inversión y productividad, América Latina y el Caribe crecerá 5,9% en 2021 y tendrá una desaceleración, con una expansión estimada de 2,9% en 2022.
Así lo dio a conocer la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en su informe anual sobre el crecimiento económico para la región: Dinámica laboral y políticas de empleo para una recuperación sostenible e inclusiva más allá de la crisis del COVID-19.
De acuerdo con el informe el crecimiento de 2021 se explica principalmente por una baja base de comparación -luego de la contracción de 6,8% anotada en 2020- además de los efectos positivos derivados de la demanda externa y el alza en los precios de los productos básicos (commodities) que exporta la región, así como por aumentos en la demanda agregada. Además señala que la clave para lograr la recuperación de la región consiste en mejorar la inversión y el empleo en sectores ambientalmente sostenibles.
Para Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva del organismo, “Existen importantes asimetrías entre los países desarrollados y las naciones de ingreso medio -entre las que se encuentran la mayoría de los países de América Latina y el Caribe- tanto en la dinámica de la vacunación, como en la capacidad de implementar políticas para la recuperación económica”, indicó.
“Para mantener políticas fiscales y monetarias expansivas los países de región requieren complementar los recursos internos con un mayor acceso a la liquidez internacional y con mecanismos multilaterales que faciliten el manejo de la deuda, si es necesario. Se necesitan iniciativas multilaterales para enfrentar las incertidumbres sobre la vacunación y el acceso de los países en desarrollo a financiamiento en condiciones adecuadas”, agregó la alta funcionaria de las Naciones Unidas.
El documento muestra que los problemas estructurales que por décadas han limitado el crecimiento económico de la región se agudizaron producto de la pandemia y limitarán la recuperación de la actividad económica.
Antes del COVID-19 la región venía con una trayectoria hacia el estancamiento: en el sexenio entre 2014 y 2019 creció a una tasa promedio de 0,3%, menor al promedio del sexenio que incluye la Primera Guerra Mundial (0,9%) y el de la Gran Depresión (1,3%). Además muestra una caída progresiva en la inversión, alcanzando en 2020 uno de sus niveles más bajos en las últimas tres décadas (17,9% del PIB). De igual forma, la productividad laboral cae significativamente.
Por otro lado, en 2020 la pandemia desencadenó la mayor crisis que han experimentado los mercados laborales de América Latina y el Caribe desde 1950. A nivel mundial, los mercados del trabajo de la región fueron los más afectados por la crisis generada por el COVID-19 -el número de ocupados cayó 9,0% en 2020- y la recuperación esperada para 2021 no permitirá alcanzar los niveles pre-crisis.
Asimismo, la pandemia provocó una fuerte caída en la participación laboral, en particular de las mujeres. Con la crisis la participación femenina llegó en 2020 a 46,9%, lo que representa un retroceso a los niveles de 2002. En 2021 se espera una recuperación de este indicador, que llegaría a 49,1%, pese a lo cual los niveles serían similares a los de 2008.