Un informe financiero de la Firma Crowe Co detalla, paso a paso, en cifras y en lenguaje sencillo, cómo esta coyuntura económica está afectando el bolsillo y los presupuestos de las familias del país.
El país enfrenta una crisis silenciosa que ya se siente en cada factura, cada cuota y cada crédito que usted paga. Hoy, el Gobierno apenas cuenta con $1,9 billones en caja, recursos que equivalen a cerca de una semana de salarios para los 1,4 millones de servidores públicos del país. Es una cifra históricamente baja que pone en riesgo pagos urgentes y compromisos públicos. Y no, no es un dato reservado para solo para los economistas: esta crisis de liquidez está directamente conectada con dos problemas que parecen lejanos, pero no lo son: un déficit fiscal fuera de control y unas tasas de interés que no ceden. Dos realidades que están golpeando, y fuerte, su bolsillo.
A septiembre, la nación acumuló un déficit fiscal del 3,7 % del PIB en el primer semestre, equivalente a $69,4 billones, según datos recientes del Ministerio de Hacienda. Se trata del peor registro en más de 20 años y evidencia una señal clara de la presión que enfrenta la economía. Para dimensionarlo, en un periodo comparable durante la pandemia (primer semestre de 2020) el déficit fue de 3,1 %, es decir, ni siquiera en medio de esa emergencia se gastó tanto como ahora. Al mismo tiempo, la inflación anual está en 5,10 %, muy por encima de la meta del 3 % que busca mantener el Banco de la República, lo que significa que el costo de vida sigue creciendo más rápido que los ingresos de los trabajadores.
Lo que para algunos suena a cifras abstractas, para usted significa algo muy concreto: cuotas más altas, préstamos más costosos y tasas que bajan mucho más despacio de lo que deberían. Y entonces surge la pregunta clave: ¿cómo proteger su dinero cuando el Estado gasta más de la cuenta?
Para aclarar el panorama, la firma Crowe Co publicó un informe financiero que pone este tema en palabras simples. La autora del análisis, Lia Heenan, socia directora de Global Corporate Advisory de la compañía, no deja espacio para dudas: “El déficit hoy son más impuestos mañana. Por ejemplo, el impuesto oculto es la inflación, es decir, lo que mide el costo de vida. La gente a veces no lo ve o no lo siente, pero lo paga en cada extracto, en cada préstamo y en cada compra que financia”.
La lógica es sencilla: cuando el Estado se queda sin dinero, sale a pedir prestado. Para conseguirlo, debe ofrecer tasas más altas a quienes le prestan. Ese costo sube todavía más cuando el mercado empieza a dudar de la capacidad o la voluntad del Gobierno para pagar su deuda: a mayor riesgo percibido, más altos los intereses exigidos. Y ese encarecimiento no se queda en el Estado, se contagia a todo el sistema financiero, los bancos también pagan más para conseguir recursos y, por esa misma razón, terminan cobrando intereses más altos a los usuarios y a las empresas.
En otras palabras, lo que parece un problema lejano en realidad es una cadena que empieza en el déficit del Estado y termina en un hueco en su bolsillo.
El efecto dominó del déficit fiscal en sus finanzas
El desorden fiscal golpea primero a lo que los economistas llaman prima de riesgo. Es decir, cuando el Gobierno se queda sin dinero y debe pedir prestado, los inversionistas no prestan tan fácil. Si perciben que las finanzas del país son más frágiles y crece el riesgo de impago, exigen intereses más altos para cubrir la deuda del Estado, que en teoría debería ser la más segura de todo el mercado local.
Ese mayor costo no se queda en el papel o en las cuentas de Hacienda, se convierte en el piso de todas las tasas en Colombia. Para explicarlo más claro: si al Estado le cobran más por endeudarse, usted termina pagando más por su hipoteca, su crédito de consumo o el préstamo para su negocio.
Asimismo, las agencias de riesgo ya encendieron las alarmas. En junio, S&P bajó la calificación de Colombia a ‘BB’ y Moody’s también redujo su nota, señalando gasto público desbordado e ingresos insuficientes. Cada vez que eso ocurre, la deuda del país se encarece… y también la suya.
El problema empeora porque, cuando el Estado y los ciudadanos compiten por el mismo dinero, los bancos se vuelven más estrictos: prestan menos, exigen más garantías y suben los intereses. Si el déficit no se controla pronto, ese piso alto en las tasas podría convertirse en un techo que frene la economía: créditos más caros, menos inversión y una recuperación más lenta.
Siete pasos para proteger su bolsillo en tiempos de déficit y tasas altas
- Baje el costo de sus deudas: Si paga más del 20 % en tarjetas o créditos de consumo, pase ese saldo a un préstamo con tasa fija más baja. Cada punto menos cuenta.
- Revise su hipoteca: Si está en UVR, consulte cambiarla a tasa fija en pesos para evitar sorpresas.
- Ahorre antes de la reforma: Con una “inventable” reforma tributaria en camino, ajuste gastos y cuide su liquidez.
- Libere capital: Si tiene inventarios lentos, conviértalos en efectivo para operar o pagar deudas.
- Sea prudente con nuevas deudas: Si el dólar o las tasas suben de golpe, frene créditos o compras grandes.
- Exija disciplina fiscal: Las metas claras y creíbles dan confianza y ayudan a bajar las tasas.
- Evalúe su situación: La clase media, los emprendedores y las empresas sienten impactos diferentes; ajuste según su realidad.