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Cuba y la “fedelización” de la política

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Categoría: Opinión
Recurso 5-100

Las olas de protestas que se están presentado en Cuba, cuna de una de las revoluciones más trascendentes del siglo XX por sus características, cercanía e impacto regional, desataron una serie de simpatías y oposiciones encontradas en los medios de comunicación, las redes sociales y gobiernos de la región que merecen ser analizadas, no por su contenido sino, más bien, por sus peculiaridades.

La Real Academia Española define la palabra “creer” como “tener algo por cierto sin conocerlo de manera directa o sin que esté comprobado o demostrado”, por lo tanto, toda creencia es, en el fondo, un acto de fe que le permite a las personas considerar como ciertas, cosas más allá de si lo conocen o está evidenciado, simplemente consideran que esa situación es verosímil para ellos y la suponen como válida. Pero la creencia también permite la búsqueda de nuevas explicaciones a las cosas y los hechos, en este sentido, ningún científico comienza su investigación sabiendo de antemano que comprobará o no la hipótesis planteada, digamos que parte de la base que esa situación es probable y procede a su contrastación. Por ende, la ciencia parte de un acto de fe, pero condicionado a la demostración empírica. La teoría de la relatividad general de Einstein fue aceptada por la comunidad científica internacional cuando el propio Albert realizó las comprobaciones experimentales. Sin embargo, la creencia también se aplica, en particular, al plano religioso en el cual las personas “creen” en la existencia de dioses a pesar de que su presencia no se puede comprobar, a esto lo llamamos un acto de fe absoluto. Uno cree en dios y punto.

La política está ubicada en un punto intermedio entre las creencias científicas condicionadas y la fe religiosa absoluta. En cierto sentido, todos y todas creemos en que unas políticas son mejores que otras o que son más efectivas; sin embargo, a la hora de demostrar, por ejemplo, la efectividad o deficiencia en la redistribución del ingreso vía subsidios para reducir la desigualdad económica en una sociedad dada, la confirmación empírica cobra relevancia y hace su trabajo permitiendo obtener datos concretos sobre los resultados de dicha política y con ellos medir el grado de eficacia (si logró o no reducir la desigualdad económica). Lo lógico sería que dicho resultado permita a los decisores políticos corregir o cambiar dicha acción pública basados en los datos existentes, aunque sean cuestionables y/o parciales. En las ciencias sociales nada es absoluto ni completamente verdadero, pero hay mínimos que permiten llegar a conclusiones razonables.

Ahora bien, al estar la política en un punto intermedio, también existen políticos que parados desde una visión religiosa del ejercicio del poder público sustentan sus acciones en una fe absoluta de que ese es el camino independientemente del resultado de la contrastación. Muchos “creen” que dicho acto es ideológico, pero están equivocados, la ideología es un mapa mental acerca de cómo funciona el mundo o debería funcionar, es una forma de estructurar el pensamiento y darle sentido, pero no es un suceso religioso en el cual lo que se hace es palabra santa y por ende libre de cualquier cuestionamiento. No confundamos la religión con la ideología, la primera es un acto de fe absoluta y la segunda ordena nuestras ideas; la fe religiosa no se cuestiona; la ideología sí; la religión no se cambia; la ideología se transforma, se adapta y se modifica; la religión justifica las acciones; la ideología las explica.

Por lo tanto, estamos frente a una “fedelización” de la política o sea una fidelización religiosa de la sociedad en su conjunto, que decide creer que la situación que vive Cuba se debe a un acto de liberalización del pueblo oprimido de la isla o aquellos que rezan fervientemente que hay una intromisión de poderes foráneos que buscan desestabilizar el sistema democrático cubano mediante protestas internas. Esta situación te coloca en una disyuntiva irreconciliable: o eres “castrista” y defiendes a ultranza el “régimen” cubano o “anti-castrista” y buscas acabarlos a como dé lugar. Cualquier otra posición te convierte en hereje merecedor de la excomulgación y del ostracismo político, mediático, social y familiar. O estás con nosotros o estás en contra, rezan algunos dichos.

Ser hereje y excomulgado anula por completo tu capacidad de análisis y vuelve inválidos todos aquellos datos o intentos de comprobación que lleven a contrariar la creencia en la fe política. Durante siglos la fe religiosa negó y anuló los descubrimientos científicos que demostraban que el mundo no fue creado por un dios o que ciertas creencias religiosas que eran rectoras de la vida social no eran ciertas. Podías ser creyente, pero hacías un descubrimiento que ponía en duda las sagradas escrituras y automáticamente eras excomulgado, torturado y muerto con algún método poco civilizado. Hoy en día sucede algo similar, pero a la vez diferente; similar en la creencia en una fe política absoluta e incuestionable que lleva a sanciones severas que, incluso, te pueden provocar la muerte; diferente en que se hace a través de las redes sociales y los medios de comunicación que luego impacta en tu vida diaria. Ser objeto de acusaciones digitales o en la prensa te puede generar serias complicaciones en tu vida familiar, social y política.

La “crisis” cubana necesita de un análisis profundo de sus orígenes, causas, actores e intereses que están en juego para lograr entender lo que está sucediendo en la isla. Entender no es sinónimo de justificar y aceptar, pero sí de comprender las acciones de los involucrados. En este sentido, sostener que los cubanos están como están por el régimen castrista, es como echar al agua a una persona atada de pies y manos y decir que se ahoga porque no sabe nadar. Es desconocer por completo el impacto profundo que el bloqueo norteamericano tiene sobre los cubanos que no poseen acceso ni siquiera a las vacunas contra el covid-19 o que las vacunas que produjeron todavía no se pueden envasar porque no tienen acceso a los viales a causa del bloqueo, también es dejar por fuera el hecho que durante la administración Trump se reactivaron y endurecieron las condiciones del asedio que habían sido relajadas por el gobierno de Obama. Por otro lado, criminalizar la protesta y condenar a sus participantes no parece propio de un sistema político que vela por los derechos de sus ciudadanos.

Debemos activar nuevamente nuestra capacidad de razonamiento e indagar, buscar y comprobar nuestras “creencias” acerca de la situación cubana aun cuando dicho proceso pueda llevar a rebatirlas. Dejemos la fe absoluta para el plano religioso y usemos el razonamiento para averiguar acerca de nuestras “creencias condicionadas de la realidad”. Que la fe se quede en nuestras almas y el razonamiento en nuestra mente.

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