La Ley de Financiamiento encarecería la vida diaria: la gasolina subiría $3.000 por galón, el mercado 1,2% y hasta Netflix costaría más. Para una familia de clase media serían $20.000 a $40.000 adicionales al mes —hasta $480.000 al año—, un golpe directo al bolsillo de más de 17 millones de colombianos.
El Gobierno radicó la polémica Ley de Financiamiento 2025 con la promesa de recaudar $26 billones y tapar el hueco en las cuentas públicas. Pero el camino pinta empinado: el Congreso ya ha frenado intentos parecidos y el ambiente político está más tenso que nunca. ¿Saldrá adelante? Difícil, al menos como lo planea el Ministerio de Hacienda. Lo único seguro es que el debate apenas comienza y ya genera incertidumbre en la economía y preocupación en los hogares.
Lo que más inquieta es que el mayor peso de los nuevos impuestos caería sobre la clase media, el corazón del consumo en Colombia: 17 millones de personas, unos 5,5 millones de familias, según el DANE. Y no se trata de una reforma menor: es la más ambiciosa y costosa en la historia reciente del país. Incluso dentro del oficialismo hay temor de que aprobar medidas que encarezcan el mercado, el transporte o el ocio en un año preelectoral tenga un costo político demasiado alto.
Colombia entra así en un debate que ya dejó de ser técnico para volverse cotidiano: el costo de vivir. Lo que está en juego no son solo las cuentas del Estado, sino la economía del ciudadano de a pie, que podría ver cómo sube el pasaje del bus, la suscripción de Netflix, la cerveza del viernes o incluso la matrícula del colegio.
Para dimensionar ese impacto, la firma internacional Crowe Co elaboró un informe que detalla los puntos más sensibles del proyecto y su efecto en las finanzas familiares. Como advierte Lina Gómez, gerente de Impuestos y Servicios Legales de la compañía: “La Ley de Financiamiento redefinirá cómo gastan, ahorran y disfrutan los colombianos. Su efecto será visible en cada recibo, cada compra y cada decisión de consumo”.
Tanquear será $3.000 más caro y el mercado también pagará la cuenta
El alza de impuestos a los combustibles podría ser uno de los golpes más duros al bolsillo. ¿La razón? Hoy un galón de gasolina cuesta en promedio $15.800, pero con el IVA del 10% en 2026 y del 19% en 2027 —como plantea la Ley de Financiamiento— subiría a $18.800. En el caso del diésel (ACPM), el precio pasaría de $10.500 a más de $12.500 desde 2028, ello sin contar con el alzan del precio anual.
¿Y cómo se traduce esto en la vida diaria? Llenar el tanque del carro sería más costoso, el pasaje en bus podría aumentar entre $100 y $150, un domicilio en moto saldría hasta $500 más caro, y transportar alimentos encarecería el mercado en un 1,2%. Además, con el impuesto al carbono, la carga por galón casi se duplicaría, lo que también empujaría hacia arriba el precio de los tiquetes aéreos en 3% a 5%.
En plata blanca: para un hogar promedio, que gasta $1,9 millones al mes, el ajuste se sentirá en la quincena. Mantener el mismo nivel de vida costará entre $20.000 y $40.000 más cada mes, solo en transporte y alimentos, lo que en un año suma hasta $480.000 adicionales. Es decir, lo mismo que varios meses de servicios públicos o la matrícula de un colegio público.
Rumba, cultura y plataformas: así subiría la factura del entretenimiento
El ocio y el entretenimiento no se salvan del golpe. La cerveza, tan presente en la vida cotidiana, subiría un 50%: una botella que hoy cuesta $3.000 pasaría a $4.500, y una jarra de refajo en un bar o restaurante saltaría de $20.000 a $30.000. Incluso las maltas y cervezas sin alcohol sentirán el impacto, con un aumento del 25%.
El bolsillo de los fumadores será aún más golpeado: los cigarrillos tendrían un alza inicial del 70% y después subirían entre 9% y 10% cada año. En términos prácticos, una cajetilla de $10.000 podría llegar a $16.000 o $17.000. Los licores tampoco se escapan: un ron de $60.000 costaría $68.000 y un whisky de $120.000 subiría a $137.000.
La cultura y el ocio también se encarecen. Con el nuevo IVA del 19%, una boleta de $200.000 subiría a $238.000 y una VIP de $500.000 pasaría a $595.000.
El entretenimiento digital también ajusta sus precios: Netflix estándar subiría de $32.900 a casi $34.000 y Spotify Premium de $18.000 a $19.000. En apuestas y videojuegos en línea, una recarga de $100.000 dejaría disponibles apenas $84.000, porque $16.000 se irían en impuestos.
Ni los centros comerciales se salvan. Las cuotas de administración crecerían un 19%: un local que hoy paga $2,5 millones llegaría a $2,975 millones, y un parqueadero de $200.000 subiría a $238.000. Ese sobrecosto tarde o temprano se verá en la ropa, la comida o los servicios que pagan las familias.
En resumen, una familia de clase media con carro, consumo ocasional de licor y asistencia a espectáculos tendría que asumir entre $150.000 y $175.000 más al mes. Eso representa entre un 3% y 4% de su presupuesto mensual, un ajuste que recorta el ahorro y obliga a repensar cómo disfrutar el tiempo libre.
Hipotecas, deudas y compra de vehículos: otro golpe silencioso al bolsillo
El proyecto también pone la lupa sobre quienes ganan más, tienen patrimonio o manejan créditos. La tarifa progresiva de renta a subiría hasta el 41%. Es decir, alguien que gana $18 millones al mes, bajo un escenario plano, recibiría $100.000 menos; mientras que los contratistas o freelancers que superen ese ingreso, también sentirán el golpe. Por ejemplo, un profesional independiente que facture $20 millones tendría que entregar entre $100.000 y $200.000 adicionales cada mes, recortando de inmediato su ingreso disponible y su capacidad de ahorro.
El nuevo impuesto al patrimonio arrancaría desde los $2.000 millones. Así, una familia con bienes por $3.000 millones tendría que pagar $5 millones anuales, lo mismo que cuesta un plan completo de medicina prepagada en 12 meses.
El bolsillo de quienes tienen deudas tampoco se salva. Como bancos y aseguradoras pagarán más impuestos, parte del costo se trasladará a los usuarios. Una hipoteca de $200 millones podría subir entre $95.000 y $143.000 al mes, y un crédito de consumo de $10 millones sería entre $6.700 y $12.600 más caro.
Los bienes de lujo también tendrán un golpe directo. Comprar un carro de más de $180 millones significaría pagar un 3% adicional (unos $5,4 millones extra), mientras que una moto de alto cilindraje de $60 millones terminaría en $71,4 millones, un aumento del 11%.
Un respiro en medio del golpe
No todo son cargas. La Ley de Financiamiento trae un alivio: la devolución automática de saldos a favor en un máximo de 90 días. Para muchos empleados con retenciones altas esto significaría un respiro de alrededor de $1 millón en promedio, algo así como recibir una quincena extra por adelantado.
Además, parte de lo recaudado tendrá destinación específica: el 45% del impuesto al carbono irá al Fondo para la Vida y la Biodiversidad (unos $450.000 millones al año) y entre $2 y $3 billones adicionales se dirigirán al sistema de salud, lo que representa un aumento cercano al 3% del gasto por habitante.