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Del organigrama al mapa socio–técnico: ¿por qué su estructura debe ser rediseñada -no “actualizada”- en tiempos de IA, CRM y ERP?

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Categoría: Opinión
Germán Valencia Bernal

Germán Valencia BernalCEO Soluciones Inmediatas.

Las organizaciones que tratan la inteligencia artificial (IA), los CRM y los ERP como “aditamentos” para el organigrama están perdiendo de vista lo fundamental. La evidencia es clara: los agentes de IA ya ejecutan tareas, toman microdecisiones y transfieren conocimiento tácito a gran escala; los CRM son el sistema nervioso de la relación con clientes; y los ERP constituyen el núcleo digital que orquesta finanzas, operaciones, abastecimiento y talento en tiempo real. Esta realidad obliga a reemplazar el organigrama clásico —una jerarquía de cargos humanos— por una arquitectura socio–técnica donde personas y sistemas son copropietarios del desempeño. No se trata de “agregar” IA a lo existente: se trata de rediseñar procesos, derechos de decisión, métricas e incentivos para competir en un mercado donde las máquinas ya compran, negocian, atienden y aprenden.

El punto de no retorno: datos y casos que ya cambiaron la conversación

En 2023, un experimento con 5.179 agentes de soporte mostró que un asistente generativo elevó la productividad 14% en promedio y 34% en novatos; la IA difundía “buenas prácticas” entre los menos expertos, emparejando la cancha con evidencia cuantitativa. Ese no es un adorno: es reconfiguración de cómo se aprende y trabaja.[1]

En 2024, Klarna reportó que su asistente de IA atendió dos tercios de los chats, realizó el trabajo equivalente a 700 agentes, redujo la reincidencia y bajó los tiempos de resolución a menos de 2 minutos, con satisfacción comparable a la de humanos. Son métricas operativas —TAT, FCR, CSAT—, no promesas de marketing.[2]

A escala macro, estimaciones internacionales de empleo y productividad apuntan a que para 2027 se automatizará alrededor del 42% de las tareas de negocio; la automatización será especialmente intensa en procesamiento de información y parte de razonamiento y decisión. No es un “piloto”; son decisiones de asignación de trabajo.[3]

Y para aterrizar definiciones: SAP S/4HANA se concibe como “digital core” de la empresa (finanzas, ventas, supply, etc.) con capacidades de IA; y el CRM es la plataforma que centraliza interacciones y datos para coordinar ventas/servicio/marketing a lo largo de todo el ciclo de vida del cliente. Trátelos como músculo y sistema nervioso de su arquitectura.[4][5]

Por qué “sumar IA” es insuficiente: arquitectura socio–técnica y derechos de decisión

Integrar IA a tareas aisladas mejora costes y tiempos, pero no captura el valor total. Investigaciones recientes plantean que los sistemas inteligentes reescriben los derechos de decisión: quién decide, con qué información, bajo qué métricas y con qué responsabilidad. Tratar la IA como “co–piloto” periférico deja intactos cuellos de botella de gobierno, datos y accountability; en cambio, diseñar “choice architectures” inteligentes obliga a renegociar poder y propiedad de las decisiones en toda la empresa.[8]

Este rediseño no es teórico. Cuando se despliegan agentes de IA a escala, la organización debe mover decisiones recurrentes (priorizar tickets, aprobar compras de bajo monto, clasificar CVs, enriquecer leads) hacia agentes con supervisión humana y trazabilidad, reservando a personas la negociación compleja, la excepción y la ética contextual. Si no se mueven los derechos de decisión, se crea fricción: la gente sigue “pidiendo permiso” a jefaturas para decisiones que ya podría tomar un agente con reglas claras y logs auditables.[8]

El núcleo técnico importa: ERP como core y CRM como memoria viva del cliente

Hablar de estructura sin hablar de sistemas es evadir la realidad. ERP no es un inventario de módulos: es una suite integrada que comparte modelos de proceso y datos para finanzas, RR. HH., cadena de suministro y servicios; en su despliegue moderno (SaaS o híbrido) se vuelve el sustrato de transaccionalidad que alimenta analítica, automatización y agentes. SAP S/4HANA se define expresamente como ese “digital core” que alimenta analítica y automatización de procesos con IA.[4]

En paralelo, CRM ya no es “gestión de contactos”: es el sistema de registro y activación de ventas/servicio/marketing con IA conversacional (por ejemplo, asistentes tipo copilot). La convergencia ERP–CRM es lo que convierte agentes en actores útiles (con datos y permisos) y no en “chatbots bonitos”.[5]

Señal temprana de madurez: cuando su equipo pide a TI “automatizar una tarea”, y TI responde con acciones nativas del CRM/ERP (no “bots sueltos”), usted está migrando de arreglos locales a capacidad organizacional. Plataformas líderes ya incorporan acciones preconfiguradas para productividad comercial directamente en la plataforma, reduciendo la brecha entre “asistente” y flujo de trabajo.[5]

Evidencia con matices: productividad sí, pero con fronteras y riesgos

El caso de soporte confirma ganancias claras; los ensayos de campo con equipos de consultoría también hallaron 12% más tareas completadas, 25% más velocidad y mejoras superiores al 40% en calidad dentro de la “frontera” de capacidades del modelo; fuera de esa frontera, la calidad cayó si la persona delegó sin criterio. La conclusión práctica no es “IA siempre mejora”, sino: mapee qué tareas están dentro de la frontera y cuáles requieren pericia humana para evitar alucinaciones o razonamientos frágiles.[6]

En gobernanza, la realidad va por detrás: en encuestas recientes, apenas cerca de un tercio de las organizaciones declara tener una política integral de IA. El resto opera con reglas implícitas o guías parciales, lo que incrementa riesgos de sesgo, privacidad y sobreexposición de datos. No es menor: se han documentado retrasos de adopción por temores de oversharing y permisos mal configurados en asistentes integrados a repositorios internos. Esta brecha de políticas es incompatible con desplegar agentes “en la vena” de ERP/CRM.[7][8]

La calidad de datos vuelve al centro: la ola generativa obligó a invertir en data governance y limpieza, porque sin buenos datos no hay buenos agentes. IA sin gobierno de datos es, en el mejor de los casos, una demostración bonita; en el peor, un multiplicador de errores.[8]

El organigrama que viene: del cuadro de cajas al Work/Agent Map

Propongo reemplazar el organigrama clásico por un Work/Agent Map con tres niveles:

1) Decisiones y resultados (no “áreas”): ¿qué outcomes obsesionan a la empresa? (p. ej., “ciclo de caja <25 días”, “TAT <2 min”, “NPS >60”).

2) Agentes y sistemas propietarios de cada microdecisión: ¿qué queda en personas, qué en agentes, qué en cobots (humano-en-el-bucle)?

3) Fuentes de verdad y controles: ¿qué dato alimenta qué agente (ERP/CRM/Data Lake), quién audita, cómo se corta (kill-switch) y cómo se reentrena.[8]

Este mapa se acompaña de una RACI 2.0 donde “A” (Accountable) puede ser un agente bajo supervisión de un dueño de proceso; “R” (Responsible) puede ser humano o agente; “C/I” definen a qué nivel se registran logs y explicabilidad. Esta formalización reduce fricción, elimina “doble trabajo” y acelera el cierre de brechas de tiempo–real.[8]

Ejemplo operativo (Servicio al Cliente): clasificar el motivo del ticket → agente (modelo entrenado con históricos en CRM). Ofrecer la acción recomendada bajo política → agente propone; humano valida si excede umbral de crédito. Ejecutar reembolso/gestión logística → agente llama API ERP; humano sólo interviene en excepciones. Métricas: TAT, FCR, CSAT y % de decisiones automatizadas con conformidad.[5]

Talento: re-skills obligatorios y el fin del puesto descrito por tareas estáticas

Alrededor del 40% de la fuerza laboral requerirá reskilling en los próximos tres años, según múltiples encuestas ejecutivas. No es un “curso de prompts”, sino alfabetización en flujo de trabajo con agentes, pensamiento estadístico básico, criterio para evaluar salidas de IA y gobierno de datos. Esta inversión no es cosmética: sin ella, las ganancias de productividad se estancan al salir del piloto.[10]

La literatura de gestión enfatiza que la IA eleva el desempeño dentro de su frontera y lo degrada fuera de ella si el criterio humano se apaga. La formación debe construir músculo de discernimiento: cuándo confiar, cuándo triangular con datos de ERP/CRM, cuándo elevar. Diversos estudios recomiendan movernos de “contar horas” a medir human performance (calidad, aprendizaje, colaboración) en equipos aumentados por IA. Esto cambia los incentivos y, por tanto, la estructura.[6][11]

Mercado y clientes no esperarán: “máquinas que compran” y cadenas de valor autónomas

No solo hay agentes internos; también emergen clientes máquina. Proyecciones de la industria indican que para 2030 una parte relevante de compras de consumo y reabastecimiento B2B será delegada a máquinas y que entre el 15% y el 20% de los ingresos podría provenir de clientes máquina. La implicación es directa: sus procesos comerciales y políticas de precios deberán negociar con agentes, no con humanos, y el “pipeline” vivirá en un CRM con agentes que califican, negocian y cierran en tiempo real.[9]

Un plan franco de 90 días para empezar el rediseño

Semana 1–2: Inventario de decisiones y datos (no de tareas). Liste 100–200 microdecisiones críticas por proceso (ventas, servicio, finanzas, supply). Para cada una, defina resultado, umbral (p. ej., monto máximo), fuente de verdad (ERP/CRM) y riesgo. Señale cuáles están dentro de la frontera de IA (clasificar, resumir, extraer, priorizar) y cuáles no.[6]

Semana 3–4: Diseño del Work/Agent Map y RACI 2.0. Asigne propietario humano por familia de decisiones. Documente logs mínimos y métricas (TAT, FCR, % de decisiones automatizadas, errores por mil) y cree kill-switch por cada agente crítico. Integre el agente al núcleo (acciones nativas en CRM/ERP; evite “islas”).[5]

Semana 5–6: Gobierno y seguridad antes de escalar. Publique una política de IA mínima viable (uso permitido, fuentes de datos, privacidad, retención, roles, incident response). Establezca comité de decisiones con TI, Legal, Riesgos y Unidades de Negocio. Usted debe estar en el tercio de compañías que ya cuenta con políticas integrales.[7]

Semana 7–9: Pilotos con KPIs “duros” y umbrales de avance. Elija dos procesos de alto volumen y bajo riesgo (p. ej., priorización de leads y resolución de consultas estándar). Defina criterios de éxito: +15% productividad, -20% TAT, CSAT sin deterioro, cero incidentes de datos; si no se cumplen, se itera o se apaga.[1][2]

Semana 10–12: Escala disciplinada y formación. Expanda a procesos adyacentes, actualice RACI 2.0 y formalice ruta de auditoría. Inicie reskilling por roles con foco en criterio y gobernanza (no solo “cómo pedirle cosas a la IA”).[10]

Métricas que importan en una organización aumentada

% de decisiones automatizadas con conformidad (por proceso).

TAT y FCR (servicio); win rate y ciclo de venta (comercial) antes/después de agentes.

Errores por mil en decisiones automatizadas (calidad).

CSAT/NPS y coste por ticket/pedido.

Incidentes de datos y tiempo de contención.

Horas de reskilling y evaluaciones de criterio (tests de juicio).

Estas métricas anclan el cambio estructural en hechos, no en relatos, y permiten calibrar fronteras y riesgos al escalar.[2][1][6]

Riesgos que sí frenan (y cómo mitigarlos)

Alucinaciones y razonamiento espurio en tareas fuera de la frontera: mitigue con human-in-the-loop, conjuntos de evaluación y límites de delegación.[6]

Políticas insuficientes de IA: predispone a violaciones de privacidad y oversharing en asistentes conectados a repositorios internos. Implemente política integral, sensibilidad de datos y revisiones de permisos antes de la salida a producción.[7][8]

Datos sucios: sin data governance no hay valor sostenible; la presión de genAI está forzando a invertir en calidad de datos: hágalo un requisito de despliegue.[8]

Cultura y formación: evite tecnoutopía; documente cuándo no usar IA y entrene en criterio.[11]

¿Y el directorio? Tres decisiones que no admite el “mientras tanto”

Aprobar el marco socio–técnico como política corporativa: personas y agentes comparten propiedad de resultados y derechos de decisión. No más “probar en innovación”; es operación.[8]

Financiar el core (ERP/CRM y datos) como infraestructura crítica, no como gasto de TI; los agentes valen lo que valen sus fuentes y permisos.[4]

Atar incentivos a métricas de equipos aumentados, no a horas o hitos; adopte un prisma de human performance.[11]

Conclusión: dibuje el nuevo mapa y ponga fecha

Los hechos son tercos: hay productividad medida, casos reales y clientes máquina en el horizonte. Su estructura no necesita un “complemento”; necesita una cirugía mayor: mover decisiones, formalizar la propiedad compartida entre personas y agentes, gobernar datos y sistemas como núcleo, y medir el desempeño de equipos aumentados. La empresa que lo entienda, dibujará un mapa socio-técnico donde el talento humano y los agentes (en CRM/ERP) co-crean valor con una velocidad, precisión y trazabilidad sin precedentes.  La que no, seguirá agregando “cajas” a un organigrama que ya no explica cómo se compite. Si hay una sola acción que tomar hoy, es esta: ponga fecha para construir su Work/Agent Map en los próximos 30 días, con el compromiso explícito del comité ejecutivo y del directorio. Cuando el diseño cambia, el desempeño sigue.

Referencias:

1. Brynjolfsson, E.; Li, D.; Raymond, L. R. (2023). “Generative AI at Work”. NBER Working Paper No. 31161.

2. Klarna (2024). “El asistente de IA gestiona dos tercios de los chats de servicio; tiempos de resolución <2 min; equivalencia a 700 agentes”. Comunicado corporativo/Newsroom.

3. World Economic Forum (2023). The Future of Jobs Report 2023.

4. SAP (2024). “SAP S/4HANA como Digital Core: visión y capacidades de automatización/IA”. Documentación de producto.

5. Salesforce (2024). “Einstein Copilot: acciones nativas para productividad comercial”. Anuncio de disponibilidad general.

6. Boston Consulting Group / Harvard Business School (2023). “Navigating the Jagged Technological Frontier: Field Experimental Evidence of the Effects of AI on Knowledge Worker Productivity”.

7. ISACA (2025). “Estado de la gobernanza de IA en la empresa: políticas, riesgos y adopción”. Informe global.

8. MIT Sloan Management Review (2024–2025). “AI at Scale: datos, gobierno y calidad como habilitadores”. Serie de artículos ejecutivos.

9. Gartner (2024–2025). “Machine Customers: el ascenso del consumidor programable y su impacto en ingresos al 2030”.

10. IBM Institute for Business Value (2023–2024). “Augmented Work for an AI-Driven World” y “2024 CEO Study: Equipping the Enterprise for AI”.

11. Deloitte Insights (2024). “Human Performance: la nueva ciencia del desempeño en equipos aumentados”.

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