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¿El agro es el negocio?

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Categoría: Opinión
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Seguimos arrastrando los estragos de una pandemia mundial, guerra, problemas logísticos e indicadores de los fundamentales de las economías con alta incertidumbre.  Esto nos debe dar una nueva visión acerca de las cosas realmente importantes y por ende en la forma en que se deben desarrollar los negocios. Evolucionamos en dos años lo que teníamos presupuestado para cinco. En ese nuevo orden internacional hay sectores que cobran vital importancia para la sostenibilidad de la humanidad. En nuestro caso, el agro.

En el primer semestre de 2022, el sector agropecuario y agroindustrial colombiano fue uno de los pocos que registró crecimiento respecto al mismo período del año 2021, con un aumento del 38.8% exportando 6.116 millones de dólares, según cifras del ministerio de agricultura. Cifras llamativas en un año difícil para la economía mundial.

Este crecimiento se vio impulsado por la dinámica positiva de la producción agrícola, donde se incluyen actividades de apoyo y conexas. Para los años venideros se proyecta un crecimiento anual alrededor del 8,5% en la demanda de alimentos empacados, una cifra que estaría por encima del promedio mundial y convertiría a la región en un mercado de interés que puede ser atendido desde Colombia. Aunado esto al establecimiento de políticas claras que establezcan unas reglas de juego justas. Son el sector agrícola y agroindustrial fuentes de ventajas competitivas para nuestro país.

Por todo lo anterior, es hora de mirar con interés y compromiso el desarrollo del campo colombiano, con políticas financieras inclusivas y programas adecuados de educación financiera. Es precisamente en este sector, donde pueden encontrarse importantes vías de crecimiento para una economía que debe salir de su rezago productivo. Pero tengamos cuidado con esto. No es sólo subsidios y regalos para los productores. Es más bien la transformación de una industria.

Colombia viene logrando cada vez más a nivel internacional una importante posición competitiva con sus productos y servicios. El caso del agro es muy relevante porque este año se han logrado avances importantes con una oferta que se destaca por su calidad y precio.

Si algo debemos trabajar desde el sector privado es estar más cerca al campo y presentar iniciativas ganadoras que no dependan únicamente de las políticas estatales. Los programas de apoyo a la agricultura deben darle la mano y en serio a los nuevos proyectos de inversión agrícola. Con esto aseguraremos la competitividad y la sostenibilidad del sector. Por sustracción de materia, debe ser Finagro quién ejecute planes de financiación con tasas adecuadas que coadyuven al crecimiento y fortalecimiento de esos proyectos. De la misma forma, la banca privada en consonancia con lo anterior. Es el momento para que junto al ministerio de agricultura trabajemos en programas de fomento a la agricultura, ganadería, pesca y acuicultura. De la misma forma, establecer un programa de precios de garantía a productos básicos pero que funcione.

Y los productores?

Todos los gobiernos tienen en su haber programas destinados al campo y propósitos de que la actividad agrícola pueda ser representativa y sea un sector de buen crecimiento. Pero también tenemos que analizar el otro lado de la balanza. El de los productores agrícolas. A pesar de sus dificultades y toda la problemática que enfrentan, si deben ser más abiertos corporativamente hablando y estar más dispuestos a formalizar su actividad. Algunos tienen grandes negocios que generan buenos flujos de caja. Pero si eso no se acompaña de una estructura empresarial formal, será muy complicado que puedan acceder a programas de financiamiento. Es hora de que escuchen recomendaciones, se acompañen de expertos y creen empresas formales. De lo contrario, la balanza siempre estará inclinada.

Conocemos casos como el de la cebolla larga en el que un productor puede vender todo lo que produce en una central de abastos. Se devuelve a su casa con millones de pesos en el bolsillo. Pero nunca se bancariza y menos paga impuestos. Son ricos por avatares del destino que les tocó, no porque creen empresas, se fortalezcan y hagan transformación productiva. En ese orden de ideas, no se podrá mirar el campo como negocio sino como actividad. Y para colmo de males siguen esperando subsidios del gobierno.

Así las cosas, es muy difícil que se perciba al agro como un negocio rentable. Son los mismos productores que no quieren abrir su mente a ideas innovadoras y a ver eso que hacen como un verdadero negocio. Y a esto hay que sumarle la actividad de los comercializadores que se llevan buena parte del margen de utilidad. Un juego de suma cero.

El caso de la agroindustria es distinto. Se busca en este sector la transformación y la generación de valor en toda la cadena productiva. Y en esa agregación de valor es dónde se generan buenas utilidades. Por no hablar de un mejor posicionamiento, diferenciación de producto y eficiencia en costos. Para sintetizar, deben los productores hacer integración vertical hacia adelante y transformar lo que producen. No sólo quedarse a la espera de tierras y créditos subsidiados. Muchos de ellos tienen el capital para hacerlo. Lo que no tienen en muchos casos es la visión. Y esa visión y formalización es necesaria para presentar proyectos idóneos, conseguir financiación aquí y en el exterior y ser mirados como jugadores importantes y hacedores de una labor empresarial que trasciende.

Cómo se arma un negocio rentable?

Por supuesto existen formas de hacer que las cosas funcionen. Modelos de negocio para el campo colombiano hay varios y aquí presento uno de ellos. Se llama encadenamiento productivo.

No es otra cosa que un modelo de negocio mediante el cual, un conjunto de empresas asociadas en la cadena de valor de un producto o servicio, interactúan entre sí, aprovechando las capacidades de cada una con el objetivo de mejorar su productividad y competitividad, y tener una mejor y mayor participación en el mercado. Empresas que componen cada eslabón de un determinado proceso productivo, y articularlos según sus capacidades. Cada uno aporta su especialidad. No es aplicable solo al agro o la agroindustria. Es un tema que debería tocar a todos los sectores de la economía.

Se convierte en un gana gana para todas las partes. Los productores, sostenibilidad pues tienen quién compre siempre su producto a un mejor precio. El transformador tiene disposición de producto en condiciones competitivas sin estar buscando diferentes proveedurías y el comprador un producto diferenciado que cumple con estándares de calidad.

Una buena forma de plantear un encadenamiento productivo es a través de las asociaciones de productores. La asociación por su modelo empresarial puede agrupar a muchos pequeños productores que tienen pocas hectáreas pero un producto comercializable. Estos le venden a la asociación que puede comprarle a mejores precios y que además les otorga representación. Además es a partir de esta forma empresarial que adquieren poder negociador. La forma ideal es que el gobierno corporativo de esa asociación esté compuesto por los mismos productores. De hecho, en una segunda fase puede ser una a asociación de ahorro y crédito.

Ejemplo de encadenamiento productivo. Caso Piña

Se inicia con la canalización y acopio de la piña la cual pasa a un proceso de transformación que le permita adquirir un valor agregado para su comercialización obteniendo ganancias de la venta por la asociación. Posteriormente, debe existir el eslabón que hace la transformación de esa piña. Las plantas transformadoras pueden ser adquiridas por las asociaciones  y en otros casos ese eslabón puede estar representado por un tercero con el cual se hace un contrato de transformación. Aquí hablamos de contratos de maquila. Este además prestará servicios de empaque y enfriamiento a la piña o producto derivado de la misma (conservas por ejemplo) proporcionando valor agregado.

También  este transformador puede tener información precisa para la venta, eliminado intermediarios que en muchos casos se llevan buena parte de la operación.

La comercialización puede estar a cargo de una Sociedad de Comercialización Internacional la cual realizara la investigación de mercado pertinente para identificar los potenciales compradores, sus exigencias, condiciones arancelarias para mercado externo, condiciones técnicas del producto y   condiciones legales.

Con el eslabón de Transportes se establecerán contratos para el transporte nacional e internacional hasta llegar al comprador. Este contrato garantizara llegar al cliente con las mejores ventajas y calidad en servicio con múltiples opciones de transporte y tarifas.

Son cuatro eslabones trabajando para un solo producto. Todos ellos ofreciendo su experiencia y saber en cada etapa del proceso. Pero todos obteniendo beneficios económicos de su propia actividad. El productor que inicialmente debía vender su producto en un centro de abastos, termino de manera indirecta vendiendo un producto transformado en un mercado internacional. Esto requiere por demás una claridad legal entre los eslabones de la cadena, una determinación de la responsabilidad que cada uno tiene y por supuesto ausencia de vanidades.

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