El informe World Cities Report de Naciones Unidas estima que para 2050, la población urbana mundial crecerá del 56% de la actualidad al 67%, asímismo, en Bogotá, según el Departamento Administrativo de la Defensoría del Espacio Público (DADEP), aunque en el último año, la población sólo creció en un 1,2%, cada habitante goza solamente de 4,6 metros cuadrados de espacio público.
Por lo tanto, la principal pregunta es ¿podrán nuestras ciudades, en las condiciones actuales, asumir una presión de tal magnitud?. En la actualidad cuestiones como el medio ambiente, el tráfico, las energías renovables, el trabajo remoto entre otras, son temas coyunturales de los que nadie escapa, es por esto que La Escuela de Diseño de Barcelona, analiza algunas tendencias sobre cómo están empezando a cambiar las ciudades y espacios respecto a los temas mencionados.
Daniel Zampa, arquitecto y docente de la Escuela de Diseño de Barcelona (ESDESGIN) afirma “Hay dos aspectos clave,El primero y más evidente es el factor medioambiental. Las ciudades pueden consumir menos energía (incluso generarla) , reciclar más y mejor, disponer de un aire limpio y un paisaje sonoro relajado. El segundo es el factor social: las ciudades pueden facilitar una vida social y comunitaria más comprometida, contribuir a la resiliencia de la población, generar vínculos positivos entre sus habitantes, aspirar a una distribución más equitativa y responsable de la riqueza urbana.”
Para resolver la pregunta inicial, se plantean algunas tendencias como por ejemplo, “la ciudad de 15 minutos” planteada por por Carlos Moreno, profesor de la universidad Sorbonne de París, que propone reducir el flujo de automóviles y poner al peatón y los ciclistas como protagonistas. En este tipo de ciudad, las actividades y servicios deberían estar en un radio máximo de 15 minutos a pie o en bicicleta. De esta forma, se pueden controlar dos de los mayores problemas de las grandes urbes, el tráfico y la contaminación.
En ciudades como Barcelona se están implementando las supermanzanas, que consisten en espacios donde se agrupan varias calles con intervenciones de vegetación y árboles, mobiliario urbano adaptable, sistemas de iluminación autosuficiente y un nuevo sistema de recogida de aguas pluviales. “A esta propuesta de reconversión y transformación de la calle (el espacio físico y social) se unen otras estrategias de proyecto de aplicación en numerosas ciudades, que se proponen «oxigenar» el espacio urbano, generando nuevos espacios «verdes y de ocio activo», afirma Zampa, arquitecto y docente de ESDESGIN.
Nueva York es otro ejemplo de la reinvención del espacio público, actualmente el proyecto llamado The High Line, ha logrado convertir una línea de metro elevado en un parque, poniendo una vez más la arquitectura al servicio de la ciudadanía. Son 2.4km que recrean distintos microclimas, de esta forma, ambientes tropicales conviven con
ambientes más íntimos o sociales.
El espacio tanto público como privado toma cada vez más valor e importancia, ya que, es un bien escaso en las grandes urbes del mundo. Por lo tanto, las propuestas de reinvención del espacio a parte de necesarias cada vez deben ser más diversas y comunitarias, ya que, con el aumento de la población y la reducción del espacio, las dinámicas se harán más vecinales. Daniel Zampa concluye afirmando que “las personas y los vínculos se han puesto en el centro de interés de las ciudades.”