En su más reciente reunión, la Junta del Banco de la República decidió, de manera unánime, incrementar en 25 puntos básicos su tasa de intervención. Con esto, este interés quedó en 13 %.
Esta decisión llama la atención en dos aspectos deben leerse entre líneas:
- El leve incremento
- La unanimidad
No hay que olvidar que el Banco es un garante de la estabilidad macroeconómica del país. En este sentido, los mensajes que envía deben ser prudentes y cautos, de ahí la necesidad de ir más allá de la simple lectura de sus minutas.
Uno para todos
Empecemos por el segundo. Es común que en este tipo de decisiones todos los miembros de la junta estén alineados con la misma política. Sin embargo, en momentos tan convulsionados como los actuales y con el fantasma de la recesión en las puertas del país, es llamativa esa unanimidad.
Si el apretón de la política monetaria termina por perjudicar al empleo y la actividad económica, la decisión de la Junta deja ver que lo más importante es el control de la inflación. Eso no está mal. De hecho, esa es la misión del Banco y su mandato constitucional.
No obstante, la decisión es dolorosa para los colombianos. En los próximos meses se verán incrementos en las tasas de interés del resto de la economía. Esto significa que será más difícil acceder a un crédito e invertir.
Una base para el aumento
Dentro de los motivos de la Junta para incrementar la tasa de interés pese a sus efectos sobre el PIB, está el resultado del indicador de seguimiento de la economía (ISE). Según este indicador, la economía colombiana creció 5,8 en enero de este año.
Con esto, el equipo técnico del Banco ajustó su proyección de crecimiento. Así, mientras en la reunión anterior pronosticó una expansión del 0,2 %, con la nueva información el dato subió a 0,8 %. Una tenue mejora, pero suficiente para sustentar el porqué de la decisión.
Sumado a esto, las expectativas de los analistas y agentes del mercado apuntan a que le están creyendo al control de la inflación por parte del Banco. De esta manera, lo que se busca es reforzar esa idea y anclar las expectativas de inflación, que ya se redujeron 0,5 puntos porcentuales entre enero y mayo de este año.
Es decir, se espera que la inflación cambie su tendencia durante este año e, incluso, que alcance a tocar el 4 % a finales de 2024. Así, se estaría llegando al límite superior del rango meta de inflación definido por el Banco.
Compromiso cauteloso
Ahora bien, pasemos al primer punto de la lista. El leve incremento de la tasa de interés apunta a que el Banco espera que la inflación ceda pronto.
Sin embargo, hay que recordar que la reunión fue antes de que se revelara el dato definitivo de la inflación para marzo. Esto significa que el Banco no sabía que el alza de precios en ese mes llegó a 13,34 % en el dato anualizado.
De haber tenido esta información quizás la decisión hubiera sido más agresiva o al menos no hubiera sido unánime. Pero eso ya entra en el terreno de la especulación.
Aun así, el respaldo del Banco está por los lados de una menor inflación en los precios de los productores. Con esto, se espera que se empiece a reducir la presión sobre la oferta y esto se refleje en los precios al consumidor. Además, la inflación de alimentos, hasta febrero, mostró una tendencia a la baja.
¿Cuál es el panorama?
Si bien la comunicación del Banco deja ver algo de tranquilidad sobre el futuro económico del país, tampoco es que se esté transitando un camino firme. El terreno no solo es inestable, sino que se tienen diversas curvas en el trayecto.
Tan es así que las entrevistas y sondeos hechos a los empresarios moderaron el optimismo con el que se veía el aumento del PIB en enero. Esto significa que en los próximos meses no es muy probable que se mantenga una senda de aceleración económica.
Además, no hay que olvidar que el pronóstico de crecimiento es menor al 1 %. Esta es una dinámica diametralmente opuesta a la de 2022. Eso, incluso teniendo en cuenta el efecto estadístico de ese año.
En definitiva, el Banco lo que ve, pero no afirma, es que no hay nada estable ni escrito para lo que resta del año y mucho menos para el 2024. Las numerosas reformas que hacer curso en el Congreso, sumadas a la entrada en vigor de la nueva tributaria y el precio del dólar, no dan pie para lanzarse al agua con datos confiables.
Finalmente, con las más recientes declaraciones del ministro de Hacienda acerca de la necesidad de que los empresarios “pusieran de su parte” para controlar la inflación, el ambiente no está en favor de la inversión y las iniciativas emprendedoras.
En este sentido, tal vez es mejor esperar a arriesgarse. Al menos hasta que las reglas de juego del nuevo Gobierno queden claras y se sepa a qué hay que hacerle frente.