A través del programa “Colombia: país forestal con cero deforestación del bosque natural” el gremio llama la atención sobre la necesidad de crear valor a los bosques y generar una cultura forestal, como principales premisas para dar una solución definitiva a la deforestación del bosque natural, uno de los principales problemas en el mundo.
El Plan Nacional de Desarrollo radicado en el Congreso de la República enfatiza en el desarrollo de la bioeconomía, y dentro de ella la economía forestal debe ser comprendida como no solo la producción, sino además como el consumo de bienes y servicios derivados del uso directo y de la transformación sostenible de recursos biológicos para generar riqueza ambiental, social y económica, factores estos que no son divergentes sino complementarios y que pueden confluir al mismo tiempo. La bioeconomía no es un sector, es una red de cadenas que generan bienestar humano y para ello el concepto de bosques debe ser comprendido como la suma e interacción conjunta del bosque natural y del bosque plantado (FAO, 2018) en donde cada uno produce unos bienes y servicios distintos y a la vez complementarios, pero además en donde la presión sobre los primeros se disminuye por una gestión sostenible de los segundos.
De las 4 mil millones de hectáreas de bosque con que aún cuenta el mundo, Colombia posee el 1,5% de ellos, pero y en términos de la producción de madera y sus productos derivados, parte de la creación de este valor referido, solo contribuye con el 0,12%. Quiere decir ello que las potencialidad son enormes si se cuenta además con que 1.150 millones de hectáreas actualmente se dedican para la producción de la cadena de valor maderable, y de estas 54 millones son plantaciones forestales comerciales en donde un 40% de ellas están ubicadas en América Latina, las cuales abastecen el 21% del mercado mundial de madera. Lo anterior es un espejo de la productividad de los bosques plantados, pues y para el caso de Colombia, al llegar solamente a 2 millones de hectáreas plantadas, se abastecerían hasta el año 2047 el mercado en 868 millones de M3 de madera, un promedio de 27,1 millones anuales que dista mucho de los 3 millones actuales. Estas cifras en términos económicos sí cambiarían la perspectiva del país en términos macroeconómicos.
Actualmente Colombia es el cuarto país con menor aporte de sus exportaciones a la bioeconomía, menos del 17% frente a los renglones predominantes mineros y manufactureros, lo que es muy contradictorio cuando se habla del país más biodiverso del mundo. La balanza comercial de la economía forestal para 2022 se ubicó en USD1.334 millones deficitarios y el aporte al PIB no supera el 1%. Afortunadamente el sector está científicamente diagnosticado, y estudios de la CEPAL, del Banco Mundial, FAO y otros trabajos de investigación como los lineamientos de política desarrollados por la UPRA y otros investigadores desde 2019, sustentan econométricamente la posibilidad de convertir a un sector forestal y de la madera en una nueva Ecopetrol, en términos de su potencial de ingresos y aporte para la economía, la sociedad y el medio ambiente. Para que 4 millones de hectáreas de bosques naturales sean aprovechados sosteniblemente bajo enfoques comunitarios, y 7,5 millones de hectáreas de plantaciones forestales comerciales provean a los transformadores de madera con un insumo constante, de altísima calidad y bajo principios de custodia que garanticen su legalidad y aporte social y ambiental, el Plan Nacional de Desarrollo debe abordar integralmente al sector y no segmentarlo. Y es que esta afirmación es precisamente lo que preocupa al gremio, toda vez que en los ejes de Ordenamiento del territorio alrededor del agua y justicia ambiental, así como en el eje de Transformación productiva, solo uno de los tres pilares integradores de la red de Bioeconomía aparecen como objeto de desarrollo de política a través de una Agencia para el Servicio Nacional Forestal. FEDEMADERAS continúa insistiendo que celebra y es muy importante desarrollar más núcleos de aprovechamiento sostenible del bosque natural, así como el impacto positivo que generan estas nuevas oportunidades para miles de familias campesinas e indígenas, pero advierte que son las plantaciones forestales comerciales las llamadas a proveer de madera legal al país y al mundo dada su productividad por hectárea cultivada. La visión del gobierno no es la más adecuada si se contempla una meta de 40 mil hectáreas plantadas en el cuatrenio, lo que se traduce en una subestimación de los aportes de la industria alrededor de las plantaciones forestales comerciales, y por consiguiente de la cadena de valor de maderables a partir de ellas.
La protección del bosque natural y por ende la detención de la deforestación serán una realidad, en la medida en que un mayor valor a los bosques se perciba de parte de las autoridades, comunidades y empresarios, para lo cual la articulación de clústeres que involucren las políticas del Estado es fundamental. Este proceso de legitimización es la calve para transformar a Colombia en un actor mundial desde la bioeconomía que tanto aportará a los objetivos de desarrollo sosten