Angie Katherine Hurtado Murcia, Directora de Posgrados en Psicología Educativa, Universidad de La Sabana.
Siempre me ha interesado la relación entre educación y futuro. Preparar hoy a niños y niñas para trabajos que aún no existen y que imaginamos, como en una novela de ciencia ficción sobre TIC, datos, simulaciones y máquinas inteligentes, me resulta tan fascinante como desafiante; casi un deporte de alto riesgo. ¿Estamos realmente formando a las próximas generaciones para lo que viene?
Para abordar esa pregunta, la Psicología Educativa, como disciplina puente, articula aprendizaje e innovación tecnológica. Los datos son claros: el Informe sobre el Futuro del Empleo 2025 del Foro Económico Mundial proyecta, de aquí a 2030, la creación de 170 millones de nuevos empleos y el desplazamiento de unos 92 millones; además, el 39 % de las habilidades clave cambiará.
Este panorama confirma la urgencia de transformar la educación para conectarla con las oportunidades
laborales en economías tecnológicas, en temas tales como: alfabetización digital crítica; ingeniería de prompts; evaluación de modelos; programación y pensamiento computacional; analítica y visualización de datos para la toma de decisiones; cloud computing; ciberseguridad; e integración de tecnologías inmersivas para la solución de problemas. Esta conexión se da por el aprendizaje activo a través de retos y proyectos con actores reales, laboratorios de datos, simulaciones con realidad virtual y aumentada, y en general metodologías que permitan la transferencia de conocimiento.
Pero lo humano será el diferencial. Así, competencias como pensamiento crítico, creatividad, adaptabilidad, colaboración, liderazgo e influencia social serán habilidades “brújula” para identificar sesgos algorítmicos, validar fuentes, proteger la privacidad y usar las TIC con criterio ético. En esto la urgencia es global, la Unesco señala que 450 millones de jóvenes carecen hoy de las competencias necesarias y una de cada cinco personas de 15 a 34 años permanece fuera de rutas formales de desarrollo de habilidades, siendo necesario alinear currículos con competencias digitales, sostenibles y
socioemocionales, y tejer alianzas para el aprendizaje basado en el trabajo.
En este panorama, la Psicología Educativa genera soluciones, desde la escuela hasta la política pública,
diseñando programas y procesos enfocados en el desarrollo de habilidades, currículos integradores de TIC, y el desarrollo de competencias socioemocionales para una ciudadanía digital, incluyente y sostenible. Esa es la apuesta de la Maestría en Psicología Educativa: formar líderes capaces de analizar datos y desarrollar intervenciones en función del desarrollo de la sociedad y las personas a través de la educación. Así, no se trata de “humanos versus máquinas”, sino del renacer de lo humano en el mundo tecnológico que el mismo ha desarrollado.