Un porcentaje sorprendentemente elevado de trabajadores y empresas de las economías de mercados emergentes y en desarrollo (EMED) opera fuera del campo visual de los gobiernos, lo que supone un desafío que probablemente frenará la recuperación de estas economías, a menos que los Gobiernos adopten un conjunto integral de políticas que permitan abordar los problemas de la economía informal.
Así lo señala un estudio del Banco Mundial, el cual concluye que en los países emergentes la informalidad representa más del 70 % del empleo total y casi un tercio del PIB. La magnitud de esta situación reduce la capacidad de estos países para movilizar los recursos fiscales necesarios durante una crisis, llevar a cabo políticas macroeconómicas eficaces y generar capital humano para el desarrollo a largo plazo.
En los países que registran un alto grado de informalidad, los recursos públicos para combatir las recesiones profundas y apoyar la recuperación posterior son más limitados que en otras economías.
En las EMED donde los niveles de informalidad son superiores a la media, los ingresos públicos representaron, en total, aproximadamente el 20 % del PIB, entre 5 y 12 puntos porcentuales por debajo del nivel de otras naciones de características similares.
El gasto público también se redujo hasta en 10 puntos porcentuales del PIB. Asimismo, la capacidad de los bancos centrales para apoyar a las economías se ve limitada por los sistemas financieros subdesarrollados asociados a la informalidad generalizada.
Según lo recalca la directora gerente de Políticas de Desarrollo y Alianzas del Banco Mundial, Mari Pangestu “los trabajadores informales son predominantemente mujeres y jóvenes poco calificados. En medio de la crisis provocada por la COVID-19, a menudo quedan rezagados y tienen un acceso limitado a las redes de seguridad social cuando pierden el empleo o sufren graves pérdidas de ingresos”.
La elevada informalidad socava los esfuerzos políticos para frenar la propagación de la COVID-19 e impulsar el crecimiento económico. Debido a las limitaciones en el acceso a las redes de seguridad social, muchas personas que trabajan en el sector informal no han podido quedarse en casa ni cumplir los requisitos de distanciamiento social. En las EMED, las empresas informales representan el 72 % de las empresas del sector servicios.
Los altos niveles de informalidad suelen traducirse en resultados de desarrollo más deficientes. Los países con sectores informales de mayor tamaño tienen un ingreso per cápita más bajo, más pobreza, más desigualdad de ingresos, mercados financieros menos desarrollados y niveles de inversión más bajos, y están más lejos de alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible.
La entidad concluye que la informalidad en economías emergentes varía mucho según las regiones y los países: como porcentaje del PIB, alcanza su mayor nivel en África al sur del Sahara, con un 36 %. El nivel más bajo (22 %) se registra en Oriente Medio y Norte de África.
En Asia meridional y en África al sur del Sahara, la informalidad generalizada es en gran medida el resultado del reducido capital humano y el tamaño considerable de los sectores agrícolas.
En Europa y Asia central, América Latina y el Caribe, y Oriente Medio y Norte de África, las fuertes cargas regulatorias y fiscales y la debilidad de las instituciones han sido importantes factores que han contribuido a la informalidad.