El acceso a microcrédito productivo que tienen las zonas rurales del país se ubica más de 10 veces, por debajo de las zonas urbanas. Una realidad que las fintech pueden cambiar al expandir la frontera de los servicios financieros hacia la economía popular.
La distribución de los diferentes tipos de crédito en Colombia es desigual. En el país predomina el crédito de consumo urbano. De acuerdo con las cifras disponibles del último reporte de la Banca de las Oportunidades, en las ciudades hay más de 128 millones de créditos, mientras que en la ruralidad solo se han otorgado cerca de 300 mil.
En este contexto, las brechas de acceso al microcrédito bancario han persistido, en parte por la superioridad del número de créditos de consumo y a pesar de los esfuerzos por lograr soluciones de alto impacto. El problema se agudiza especialmente en las zonas rurales.
De acuerdo con cifras de la Banca de las Oportunidades, en 2021 se desembolsaron 301 mil microcréditos productivos a zonas rurales, mientras que en las zonas urbanas la cifra ascendió hasta más de un millón de microcréditos. Esto tiene implicaciones importantes en el acceso a la financiación productiva de la ruralidad, y por tanto en las condiciones de vida y en el bienestar de las personas. De acuerdo con Microfinanzas del BBVA, una persona sale de la pobreza en la ruralidad en un ciclo de un microcrédito.
Las Fintech al frente
Muchos de los avances e inclusión actuales han venido del trabajo de las fintech en la región, que han liderado este proceso de democratización del microcrédito productivo. Estas usan la innovación para mover hacia la ruralidad al sector financiero con soluciones que conecten las necesidades y dinámicas de las comunidades y de la economía popular con las capacidades de la banca tradicional, entre otros caminos.
Es el caso de la fintech Imix, colombiana con presencia en Guatemala, México y Ecuador, que recibió el premio Innovatech por el impulso de la corresponsalía bancaria en comunidades rurales a través de una plataforma de intermediación para cooperativas financieras y bancos tradicionales como innovación tecnológica de última milla para la inclusión financiera de la economía popular.
Sumando tecnología al conocimiento local sobre proyectos productivos de las comunidades en diferentes países ha logrado abrir el crédito a la ruralidad de Latinoamérica. Imix logró hacer hasta 60% más baratos los costos de originación, desembolso y recaudo para cooperativas en Guatemala, donde ejecutó el piloto premiado por Innovatech.
Imix lidera el sector del microcrédito productivo a través de su tecnología aplicada en dos modalidades que expanden la frontera de los servicios financieros: las Fábricas rurales de crédito, por una parte, que son un modelo de financiación inspirado en el corresponsal, para canalizar recursos para actividades económicas de las comunidades.
De la misma manera, por otra parte, Imix fomenta el Crédito productivo colaborativo a través de los modelos asociativos como mecanismos para la autogestión del riesgo y la promoción de su incorporación como fuente de recursos de la economía popular rural.
Imix, en Ecuador también ha reportado buenos resultados habilitando modelos innovadores de corresponsalía , por lo cual recibió en el presente mes el reconocimiento Best Tech Project Guayaquil 2023, uno de los más prestigiosos de la industria TIC, por el desarrollo innovador de un modelo de corresponsalía digital habilitado junto al Banco Bolivariano y Grupo Más.
Fiar a través de tecnología SaaS
La galardonada propuesta de esta fintech, con corazón colombiano pero alma en toda Latinoamérica, ha tenido éxito en acercar a pequeños productores rurales que requieren apoyo financiero con colocadores de créditos legales y seguros, al disminuir hasta 5 veces el tiempo de otorgamiento de créditos, lo cual es clave en comunidades artesanales y agropecuarias, impulsando así la economía local y potenciando la productividad de la zona.
“Hemos evidenciado que a mayor rapidez y certeza que logremos en el acceso de estos emprendedores y microempresarios a financiación, mayor va a ser su productividad e impacto social. El uso del crédito es clave para los actores de la economía rural porque así es que hacen sostenible su producción y mejoran sus condiciones y las de la comunidad. Lo que al mismo tiempo representa una oportunidad para cooperativas, bancos y fintech de lending de romper fronteras sociales”, asegura Sandra Rubio DaCosta, CEO de Imix.
A través de la plataforma ‘Acá se fía’, la innovación de esta fintech, que hace parte del fondo Yunus Social Business (YSB), permite digitalizar y automatizar el método financiero más popular en Latinoamérica: fiar. De esta manera, ha desplegado una estrategia de ‘fábricas rurales de crédito’ donde los proveedores de insumos, eslabón clave de todo el proceso productivo, son los corresponsales bancarios para sus comunidades.
Con esta vieja fórmula y tecnología SaaS facilita a la comunidad entrar en dinámicas económicas seguras, ágiles y de alto impacto, ya que en el proceso hacen parte productores y vendedores de materias primas locales que dinamizan la economía local y los conectan con entidades financieras tradicionales que están buscando expandir su mercado a la ruralidad de cada país. Así, fiar es seguro y rentable, pero sobre todo, efectivo para todos.