Por: Juan Ignacio Bueno Garavito, Major Projects Account Manager
El cambio climático es una realidad que nos concierne a todos y a la cual debemos prestar mayor atención. Según un informe publicado recientemente por la Organización de las Naciones Unidas ONU, en nueve años (2030) la humanidad podría llegar a un punto crítico en el que la temperatura aumentaría hasta 2.7ºC; que traería consecuencias severas para el planeta que ya empezamos a padecer: sequías severas, incendios y aumento del nivel del mar, asunto crítico sobre todo en América Latina. Por lo anterior, se escuchan voces autorizadas de más de 200 científicos que insisten en la importancia de asumir una consciencia ambiental que aminore el efecto invernadero.
Ante los hallazgos presentados en el documento de la Organización, resulta imposible concebir que los diferentes actores no participen con una apuesta clara por mitigar las prácticas que aceleran los efectos del calentamiento global. En esta línea, son urgentes los cambios que se deben implementar desde los distintos sectores de la economía.
Para el caso de la construcción y la infraestructura, en un informe de 2018 de la Alianza Global para los Edificios y la Construcción, se destacó que las edificaciones representaban el 39% de las emisiones de dióxido de carbono provenientes de la energía: -sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado-. Es allí donde las construcciones deben hacer hincapié y evidenciar que las buenas prácticas pueden generarse, tanto en grandes construcciones y estructuras, como en pequeñas edificaciones.
Recientemente, el Aeropuerto Internacional Eldorado de Bogotá recibió certificación como edificación Leed Platino en operación y mantenimiento de edificios existentes, correspondiente a la labor con la que garantizan la eficiencia energética, el consumo racional del agua y una política ambiental clara para el manejo de residuos.
Podría asumirse que estos logros se obtienen únicamente en operaciones e infraestructuras por su gran tamaño, pero contrario a lo que se cree, debe ser un compromiso integral e indivisible para todos. Los casos más pequeños, como el de una tienda de verduras, también se han apropiado de su papel y participan de manera activa con acciones (con apoyo de la innovación tecnológica) que ayudan con la filtración del agua y la producción de energía renovable.
A esta realidad también se une la necesidad de generar entornos más saludables, robustecidos el año pasado a raíz de la pandemia del COVID-19. Así que, en este escenario, resulta fundamental que el compromiso ambiental, desde el sector de la construcción, sea justamente la construcción sostenible a partir de la inteligencia artificial como un aliado eficaz y necesario.
El panorama hace entonces evidente que el futuro se construye hoy y, en el caso de las distintas infraestructuras, deben ser construidas desde una reingeniería que den como resultado edificaciones más seguras y sostenibles que aprovechen la diversificación y la eficacia de la tecnología. Porque el momento es hoy.