La victoria de Donald Trump en la carrera a la presidencia de los EE. UU. tendrá repercusiones que moverán el panorama estadounidense y mundial. Sus posturas y propuestas en cuanto a la política comercial, migratoria, energética e impositiva son algunas de las que más efectos podrán tener a corto y mediano plazo.
Por el lado de la migración, Trump promete ser implacable. Para esto, propuso adelantar una campaña de deportación masiva. Las repercusiones de esta tarea tendrían costos más allá de los económicos -que podrían llegar a cientos de millones de dólares- y podrían desestabilizar a comunidades enteras sin importar si están legalmente en el país.
En materia energética, promete incrementar la producción petrolera sin mayores reparos por los pactos ambientales mundiales. Esto incluye al Acuerdo de París, por ejemplo.
Un factor diferencial, y que ya implementó en su primer mandato entre 2016 y 2020, es el de la reducción de impuestos corporativos. La idea del presidente electo es reducir la tasa impositiva al 15 % para las empresas que fabriquen bienes y servicios nacionales. La idea es incentivar la inversión y dinamizar la economía. No obstante, esta medida genera preocupaciones por el choque fiscal que ello traería.
Como respuesta a este temor, en el apartado comercial, las promesas de Trump se centraron en imponer aranceles del 10 % a todas las importaciones e incluso más a las mercancías llegadas de China. Como resultado, se espera un alza en la inflación y un golpe al comercio global. En últimas, Trump está buscando que el mundo termine pagando la reducción de impuestos corporativos que pretende lograr.
Por supuesto, falta ver qué de todo este coctel puede materializarse. Sin embargo, cualquiera de esas propuestas es suficiente para causar turbulencia en los mercados internacionales y en la economía global.