Por: Alejandro Cheyne, Rector de la Universidad del Rosario.
Las manifestaciones públicas y pacíficas de los jóvenes durante las últimas semanas no buscan solamente resolver problemas puntuales de la sociedad, sino mucho más que eso, son una demostración del sueño por un nuevo país en donde el bienestar pueda ser para todos los colombianos. Mientras no se generen los cambios estructurales que demanda nuestro país, estas manifestaciones de los jóvenes, a su manera y con su lenguaje, serán cada vez más frecuentes en los próximos años.
Los jóvenes desean un cambio, y buscan dejar huella en la historia de Colombia. Esta es una generación que considera intolerable que la educación de alta calidad sea para pocos y rechaza la desigualdad creciente en la que nos encontramos, la pobreza actual de 21 millones de colombianos, el alto desempleo juvenil, entre otros desafíos que enfrenta Colombia.
Los jóvenes demandan una “nueva justicia social”, como lo menciona el Papa Francisco, y aprecian la diferencia de pensamientos y opiniones, mientras rechazan la indiferencia frente a los problemas o situaciones de los demás.
La percepción de los jóvenes es que el país, las regiones y las ciudades donde viven no les ofrecen las condiciones propicias para el desarrollo de sus proyectos de vida. De acuerdo con la encuesta “Qué piensan, sienten y quieren los jóvenes en Colombia”, realizada por la Universidad del Rosario, la Casa Editorial El Tiempo, y la firma encuestadora Cifras y Conceptos, 56% de los jóvenes han empeorado su situación laboral, 55% su situación económica, 44% la emocional, y 60% su seguridad personal.
Sin embargo, a pesar de sus emociones y las condiciones en las que se encuentran, es admirable de esta generación su capacidad para “pensar fuera de la caja”, es decir, para observar la realidad con una óptica diferente y así realizar propuestas y soluciones diferentes a los desafíos de nuestra sociedad.
Los jóvenes, gracias a las tecnologías de la información, viven en una nueva concepción de “tiempo” más acelerado y de “espacio” más global, lo que les permite participar en redes locales, regionales, nacionales e internacionales y así construir mapas de relaciones en donde la colaboración y la solidaridad los impulsa a maximizar sus objetivos.
Esto se evidencia en la encuesta, donde el 63% de los jóvenes mencionaron que se han manifestado a través de las redes sociales y el 58% asegura haber sido convocado por estas para participar en las marchas.
Su extraordinaria sensibilidad por la equidad, y su afán por ayudar a quien más lo necesita, pensando siempre en el bien común, son de sus mayores virtudes. Para los jóvenes, los principales problemas del país son la falta de empleo (para un 74 %) y la pobreza (para el 53 %).
Es así como el requisito fundamental para lograr una “nueva conexión” con los jóvenes es recuperando su confianza, que actualmente es del 9% en el presidente, 7% en el Congreso, 9% en los partidos políticos. En cambio, las universidades públicas y privadas tienen el privilegio de contar con la confianza de la mayoría de los jóvenes, quienes las ven precisamente como un espacio seguro de debate y reflexión.
En este sentido, el primer paso para buscar solucionar los desafíos nacionales debe ser abrir más espacios para los jóvenes, con mayor participación y, muy especialmente, brindándoles el reconocimiento de que son los verdaderos protagonistas del país. Son ellos, sus exigencias, sus requerimientos y opiniones las que se reflejarán en las próximas elecciones de Congreso y Presidencia, con una intención de voto histórica del 89 %.