En días pasados la OCDE dio a conocer su más reciente reporte de panorama económico. En este, la entidad resalta el hecho de que el crecimiento mundial se desaceleró al 3,2 % en 2022, muy por debajo de las expectativas de principios de año, frenado por el impacto de la guerra en Europa, la crisis del costo de vida y la desaceleración en China, principalmente.
Sin embargo, también se resalta el hecho de que, al parecer, han comenzado a aparecer más señales positivas, con una mejora en la confianza de las empresas y los consumidores, la caída de los precios de los alimentos y la energía y la reapertura total del gigante asiático. Por estas razones, prevén que el crecimiento mundial se mantenga por debajo de las tasas de tendencia en 2023 y 2024, en 2,6 % y 2,9 %, respectivamente.
Otro punto que se resalta es que esperan que el endurecimiento de las políticas monetarias para contener la inflación siga teniendo efecto de freno en el crecimiento. No obstante, se proyecta una mejora gradual hasta 2023-24 a medida que retrocede el lastre de los ingresos por la alta inflación.
Para EE. UU. se proyecta que el crecimiento anual del PIB se desacelere a 1,5 % en 2023 y 0,9 % en 2024 a medida que la política monetaria modera las presiones de demanda. Por su parte, en la zona del euro, se prevé que el crecimiento sea del 0,8 % en 2023, pero aumente al 1,5 % en 2024 a medida que se desvanezcan los efectos de los altos precios de la energía. Para el caso de China, se espera que se recupere al 5,3 % este año y al 4,9 % en 2024, cifras aún lejanas al crecimiento promedio observado en la década pasada.
Los datos de la OCDE también destacan que la inflación general está disminuyendo a nivel mundial, pero la inflación subyacente sigue siendo elevada, sostenida por fuertes aumentos en los precios de los servicios, márgenes más altos en algunos sectores y presiones de costos de mercados laborales ajustados.
Así las cosas, se prevé que la inflación se modere gradualmente durante 2023 y 2024, pero se mantenga por encima de los objetivos del banco central hasta la segunda mitad de 2024 en la mayoría de los países. Se además que la inflación general en las economías del G20 disminuya a 4,5 % en 2024 desde 8,1 % en 2022. En cuanto a la inflación subyacente del bloque, se espera que alcance un promedio de 4,0 % en 2023 y 2,5 % en 2024.
La mejora en las perspectivas aún es frágil
Los riesgos se han equilibrado un poco mejor, pero siguen inclinados a la baja. La incertidumbre sobre el curso de la guerra en Europa y sus consecuencias más amplias es una preocupación clave. La fuerza del impacto de los cambios en la política monetaria es difícil de medir y podría continuar exponiendo las vulnerabilidades financieras de la alta deuda y las valoraciones de activos estiradas, y también en segmentos específicos del mercado financiero.
Por otro lado, las presiones en los mercados energéticos mundiales también podrían reaparecer, lo que daría lugar a nuevos picos de precios y una mayor inflación. Las condiciones, al menos en el muy corto plazo, sugieren que la política monetaria debería seguir siendo restrictiva hasta que haya señales claras de que las presiones inflacionarias subyacentes se reduzcan de manera duradera. Todavía se necesitarían más aumentos de las tasas de interés en muchas economías, incluidos Estados Unidos y la zona del euro. Con la inflación subyacente retrocediendo lentamente, es probable que las tasas oficiales se mantengan altas hasta bien entrado 2024.
América Latina y el Caribe
El más reciente Informe Macroeconómico anual del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señala que, para el 2023 entre los principales desafíos en materia económica para las economías de América Latina y el Caribe se encuentra el poder reducir la inflación y la carga de la deuda pública.
Entre las proyecciones de la entidad están que la región crecería un 1 % este año tras haber alcanzado un crecimiento mejor de lo esperado en 2022 (3,9 %). También se proyecta un escenario de crecimiento de 1,9 % en 2024, el cual asume que Estados Unidos evitará una recesión en 2023 y que habrá una tendencia global a la baja en la inflación. Se reconoce además que, este año los países de América Latina y el Caribe enfrentan una demanda global deprimida, altos costos de financiamiento y la reciente incertidumbre financiera, lo cual podría ser motivo de alerta.
En el frente monetario, el BID, en línea con lo expresado por la OCDE, señala que los países deberán mantener o endurecer su política monetaria para asegurar que la inflación vuelva a sus objetivos para 2024. La tasa media de inflación anual en América Latina y el Caribe alcanzó el 9,6 % en julio de 2022, la más alta desde la crisis financiera global de 2008.
Hay que resaltar que, según los datos dados a conocer por varios países de la región recientemente, a comienzos de años en la mayoría de las naciones latinoamericanas, la inflación ha mostrado una tendencia a la moderación, y parece haber llegado a un pico, pero sigue siendo alta en toda la región. Al igual que en el resto del mundo, la necesidad de reducir la inflación contribuiría a la desaceleración económica esperada en 2023. Los escenarios que prevé el BID sugieren que la deuda soberana podría crecer a un ritmo acelerado, lo cual sería indicativo de que se requieren políticas para ajustar las cuentas fiscales. En promedio, la deuda pública de la región cayó al 64 % del PIB en 2022 tras aumentar bruscamente durante la pandemia. Estudios de la entidad también recomiendan a los gobiernos de la región reducir los coeficientes de deuda pública a un rango prudencial de entre el 46 % y el 55 % del PIB, lo cual es una meta que se ve lejos de alcanzar, dadas las realidades actuales