Por: Juan Carlos Robles Camargo, docente programa de Ingeniería Industrial de la Universidad de América.
El mundo es cada vez más consciente del impacto ambiental de las actividades económicas, y la manufactura ocupa un lugar central en esta discusión. Este sector no solo es uno de los principales consumidores de recursos naturales, sino también uno de los mayores generadores de residuos, lo que intensifica su huella en el planeta.
Ante este panorama, surge una pregunta crucial: ¿Está Colombia respondiendo de manera reactiva a la presión internacional por la sostenibilidad o está avanzando hacia una transformación estratégica de su modelo productivo mediante la manufactura sostenible?
El crecimiento sostenido del mercado global de manufactura sostenible —con un promedio anual del 10,4%— está siendo impulsado por regulaciones ambientales más estrictas, consumidores conscientes y exigencias del comercio internacional. Sin embargo, en muchos casos, las empresas han asumido una postura más de cumplimiento que de liderazgo, desaprovechando oportunidades de innovación no solo ambiental, sino también financiera y social.
En este contexto, la incorporación de tecnologías como los sensores inteligentes ha demostrado su eficacia, permitiendo reducir el consumo energético hasta en un 18% y mejorar la eficiencia en el uso de recursos en un 15%. Aun así, el caso colombiano presenta particularidades desafiantes: según el DANE, cerca del 95% de las empresas en el país son microempresas, de las cuales la mitad son unipersonales y apenas el 5% tiene más de 10 empleados. Esta estructura empresarial, caracterizada por su informalidad y bajo nivel de digitalización, limita el acceso a tecnologías limpias y reduce su capacidad de adaptación.
Por ello, más que una tendencia global, la manufactura sostenible debe convertirse en una estrategia inevitable para el desarrollo competitivo y ambientalmente responsable del país. Se requiere una política nacional que fortalezca las capacidades organizativas y tecnológicas de las empresas, facilitando su acceso a financiamiento, innovación e infraestructura.
Aquí es donde el papel de la Ingeniería Industrial cobra un valor estratégico. Desde el programa de Ingeniería Industrial de la Universidad de América, formamos profesionales capaces de liderar esta transición, promoviendo el pensamiento sistémico, la innovación sostenible y la eficiencia operativa. Nuestros estudiantes y docentes están comprometidos con la generación de soluciones que integran el conocimiento técnico con una visión social y ambiental, impulsando el cambio desde adentro de las organizaciones.
Además de adoptar nuevas tecnologías, es urgente transformar los paradigmas empresariales. La manufactura sostenible no debe entenderse únicamente como una cuestión técnica o financiera, sino como una filosofía de desarrollo que integre investigación, desarrollo e innovación (I+D+i), apalancada en el talento humano y en el compromiso con el futuro del país.
En definitiva, Colombia tiene ante sí una oportunidad histórica: pasar de ser un actor reactivo a un líder regional en prácticas sostenibles. Para lograrlo, se requiere de la articulación entre academia, empresa y Estado para seguir aportando al desarrollo de una industria más inteligente, consciente y preparada para los desafíos del presente y del mañana.