Por: Diego Javier Muñoz Lancheros.
Director Departamento Público de Moncada & Barrero Abogados
Mucho se ha escrito sobre las expectativas y retos que implica la implementación de energías renovables. Sus bondades y efectos frente al medio ambiente y a los costos a largo plazo son más que evidentes[1] y sin duda, las políticas gubernamentales han hecho importantes avances desde hace varios años en los países industrializados[2].
En efecto, no ha sido poca la preocupación para suplir los combustibles fósiles, petróleo, gas y carbón, por otro tipo de energías para satisfacer las necesidades energéticas; un ejemplo internacional fue la política de Richard Nixon con el proyecto “Independencia” en la década de los 70, el cual si bien era la respuesta a la guerra comercial por el petróleo en oriente medio, sirvió como escenario para implementar medidas como el diseño de edificios que aprovecharan las energías renovables, el desarrollo del automóvil eléctrico, las baterías de electrolito acuoso, la energía solar y la industria nuclear[3].
El 24 de septiembre de 2020 y a los 5 años de la firma del Acuerdo de París, en el marco de la mesa redonda sobre cambio climático realizada a propósito de la 75ª Asamblea General de la ONU, se hizo aún más latente la necesidad de acudir a energías limpias dadas las excesivas concentraciones de gases de efecto invernadero, las emisiones de dióxido de carbono de combustibles fósiles y, la gran cantidad de incendios forestales alcanzados en varios lugares del planeta.
En nuestro país aún queda mucho camino y se requiere de muchos esfuerzos público-privados para permitir que las energías renovables y sus benéficos efectos sean una realidad, debido entre otras cosas, a los retos ambientales, la falta de confianza del consumidor en cuanto a la fiabilidad y estabilidad del suministro, el eterno problema de las consultas previas con las comunidades, la falta de una red que en el caso de la energía eólica que transporte la energía desde el sitio de generación, el alto precio de fabricación de los sistemas tecnológicos, y más aún, la falta de una política de Estado que supere el aspecto financiero y político y marque el derrotero para los años venideros.
A pesar de ello, hay varios síntomas que parecieran mostrar un panorama más amable y alentador para nuestro caso, comenzando por el reconocimiento de que las reservas de petróleo son limitadas y que sí o sí, debemos hacer algo ya: estudios recientes demuestran que en el caso colombiano, las reservas del petróleo se prevén por un término de 6,3 años según información de la Presidencia de la República (abril 2020).
Resulta valioso reconocer la necesidad de proteger el medio ambiente y de no depender exclusivamente de la energía que suministra el sistema hidroeléctrico. En esta línea, es una realidad el gran potencial de la Guajira como escenario para desarrollar parques de energía eólica,[4] incluso en proyectos costa afuera (off shore); a hoy según fuentes oficiales (Min. Minas) hay 9 proyectos en ese departamento y se espera la instalación de 2.600 torres y sus aerogeneradores de energía para el año 2031. A la fecha, solo funciona el Parque Eólico Jepírachi de EPM, el cual estará en operación hasta 2023.
Adicionalmente, se han configurado instrumentos que tratan de incentivar el sector, como la Ley 1715 de 2014 y las resoluciones No. 196 de 31 de agosto de 2020 y 203 de 3 de septiembre de 2020 de la UPME, que reglamentan los procedimientos para obtener el certificado que permite acceder a los beneficios tributarios para proyectos de Fuentes No Convencionales de Energía- FNCE: descuento en el impuesto de renta, exclusión de IVA, exención de arancel y depreciación acelerada, y para proyectos de Gestión Eficiente de Energía- GEE: exclusión de IVA, descuento de renta y deducción de renta.
Desde el año 2016, se han presentado 783 proyectos de FNCE, de los cuales, por ejemplo, 706 han sido de energía solar.[5] A la fecha, hay 226 proyectos solares, 49 de pequeñas centrales hidroeléctricas, 15 de parques eólicos y 4 de biomasa. En agosto de este año el Grupo Ecopetrol, por medio de su filial Cenit Transporte y Logística de Hidrocarburos, adjudicó a la compañía AES Colombia la construcción del Parque Solar San Fernando en el municipio de Castilla La Nueva, en el Meta, para autogeneración de energía (50 MW) por 15 años y con el fin de autoabastecer parte de la demanda de energía de las operaciones de Ecopetrol y Cenit en los llanos orientales. Para 2020 se incluyen inversiones por más de US$140 millones en energías renovables y descarbonización, para lograr su propósito de incorporar generación por 300 MW renovables al 2022. Estas acciones redundan positivamente para fortalecer la autonomía eléctrica del país y coadyuvan a reducir el efecto invernadero.
En definitiva, el papel de las energías renovables no solo juega un importante rol frente a sus ya conocidos beneficios, sino respecto de la recuperación de la economía de cara a los efectos del coronavirus,[6] con cuyo desarrollo se espera crear puestos de trabajo que ayuden a reducir las cifras de desempleo. Como caso positivo del aprovechamiento de energías renovables, tenemos los resultados en India, en donde según cifras oficiales de la ONU,[7] durante la pandemia la proporción de energía renovable aumentó del 17% al 24%, mientras que la energía a carbón disminuyó del 76% al 66%.
Colombia es privilegiada gracias a la irradiación solar y la potencia de sus vientos. Es hora de capitalizar los esfuerzos que se han realizado, mejorar y afinar las herramientas que tenemos y ser creativos a la hora de incentivar el acceso a la tecnología en condiciones económicas viables.
El cambio climático y la necesidad de abastecer al país de energía limpia, exigen una dinámica más eficiente en todos los escenarios, así como la toma de decisiones prácticas y útiles en orden a que el sueño de las energías renovables en Colombia, sea una realidad.
[1]“El acceso a energía es esencial para poner fin a la pobreza. A nivel mundial, más de 1000 millones de personas viven sin electricidad,y otros 3000 millones utilizan combustibles contaminantes como leña u otra biomasa para cocinar o calefaccionar sus vivienda”. https://www.bancomundial.org/es/topic/energy/overview
[2] Alemania “acaba de batir un récord silencioso: cerca de un 52 por ciento de su electricidad proviene este año de energías renovables, superando ya el 44 por ciento de 2019”. https://www.dw.com/es/alemania-bate-nuevo-récord-en-energ%C3%ADas-renovables-en-la pandemia/a-53375705 . El caso de Dinamarca es el más representativo: “Se considera seguro que los daneses alcanzarán el objetivo de una producción de energía 100% neutra para el clima hasta el año 2028, meta que fue fijada por una amplia mayoría en el parlamento danés, gracias sobre todo a la energía eólica”. https://www.deutschland.de/es/topic/medio-ambiente/la-energia-eolica-es-un-modelo-de-exito-en-dinamarca
[3] Frankopan Peter; “El Corazón del Mundo”. Edit. Crítica, octubre de 2016.
[4] https://id.presidencia.gov.co/Paginas/prensa/2018/181013-Gobierno-Nacional-lanza-ambicioso-programa-de-energia-renovable.aspx
[5] Informe No.12. Fecha de corte: diciembre 31 de 2019, UPME
[6] “Fiebre por las renovables: Bank of America ‘compra’ la mitad de las utilities europeas”.
[7] “India puede convertirse en una “superpotencia mundial” contra el cambio climático”: https://news.un.org/es/story/2020/08/1479632