En una economía de mercado ideal la competencia entre muchos oferentes es un instrumento que fomenta la innovación para ofrecer cada vez mejores bienes y servicios a los consumidores. Sin embargo, esto está lejos de cumplirse dadas las condiciones atípicas que viven los mercados producto de la pandemia.
Las repercusiones de ésta han dado un golpe especialmente duro a las pequeñas y medianas empresas (pymes), lo que ha provocado pérdidas de millones de empleos y ha dejado otras cicatrices económicas.
Entre ellas (menos obvias, pero no por eso menos graves) está el creciente poder de mercado de empresas dominantes, que se están afianzando aún más mientras los rivales más pequeños pierden cada vez más terreno.
De acuerdo el Fondo Monetario Internacional (FMI), un poder de mercado excesivo concentrado en manos de unas pocas empresas puede lastrar el crecimiento a mediano plazo, sofocando la innovación y frenando la inversión.
Un estudio de la entidad muestra que están en alza indicadores críticos del poder de mercado: los recargos aplicados al costo marginal o la concentración de ingresos entre las cuatro entidades más grandes de un sector.