El auge de programas de capacitación en habilidades específicas va ganando terreno frente a los modelos de formación más clásicos en educación superior. Sin embargo, las destrezas complementarias que se adquieren en este último no pueden obviarse en un proceso integral de aprendizaje.
Muchos de los graduados de secundaria se preguntan por estos días si realmente valdrá la pena dedicar los próximos cuatro o cinco años de su vida a continuar su proceso de formación académica en una carrera profesional, o si por el contrario se deberían inclinar por opciones más cortas y de costos más bajos encaminadas a capacitarse en habilidades específicas.
Y esta situación no es exclusiva de Colombia, pues el mundo en general ve las opciones de formación más cortas y específicas, como un formato valido y más acorde a los tiempos actuales en los cuales prima la inmediatez. Ejemplo de ello se presenta en EE.UU., país donde aún sin ser bachiller ya
es posible estudiar en línea Data Analytics, Project Management o User Experience, y ser contratado por algunas de las principales empresas tecnológicas.
Como lo expone el Observatorio de la Universidad Colombiana, tanto Google, como Airbnb, Facebook y Oracle son algunos ejemplos de compañías en las cuales, para algunos cargos, ya no es obligatorio tener un título universitario. El principal motor de búsqueda del mundo ha creado una serie de cursos en áreas muy específicas, que por unos USD300 permiten obtener un certificado el cual se toma como el equivalente de un título universitario en carreras de cuatro años, para aquellos puestos de trabajo que no requieran más que certificaciones en dichas habilidades.
La empresa ofrece estos programas desde 2018, cuando lanzó una primera certificación con la cual aseguran que convierten a quienes acceden a esta formación en un “Profesional de Soporte de TI de Google” en pocos meses y por pocos dólares, a diferencia de lo que pasa con el sistema universitario tradicional.
Se presenta además una situación bastante singular en algunos países, en donde el abandono de las carreras universitarias como informática es preocupante. Algunos estudiantes tienen la oportunidad de empezar a trabajar tras cursar uno o dos años de carrera, y varios de ellos aprovechan para luego abandonar por completo los estudios. Sin embargo, en Google no subestiman el valor de una formación y un título universitario, pero sí señalan que estos niveles de formación están fuera del alcance de muchos americanos, y no se debería necesitar un diploma para lograr la seguridad económica.
Menos estudiantes en las IES
La deserción universitaria en el país es una realidad que se presenta con bastante frecuencia. Según un estudio realizado por el Banco Mundial, Colombia es el segundo país en América Latina con la mayor tasa de deserción universitaria con un 42 % de estudiantes que se retiran de las instituciones en los primeros semestres. Además, de acuerdo con la OCDE, únicamente el 22 % de la población entre los 25 y 34 años cuenta con un título universitario, mientras que el promedio de los países miembros de la organización es del 38 %.
Además, datos del Sistema Nacional de Información de la Educación Superior (SNIES) muestran que la matrícula total en educación superior en 2018 fue de 2’408.041 estudiantes, lo que da una disminución del 1,5 % frente a 2017 (36 mil matrículas menos). Por otra parte, las cifras de
personas admitidas y matriculadas en un primer curso en una Institución de Educación Superior (IES) muestran una reducción de la demanda. En el primer período académico del 2016 se registró cerca de 570.000 admisiones a programas de pregrado (universitarios, tecnológicos y técnicos), mientras que en 2017 y 2018 este dato se ubicó alrededor de 542.000 y 477.000, respectivamente.
Un factor a tener en cuenta es que, tal como lo recalca el Observatorio de la Universidad Colombiana, los bajos salarios de los egresados desincentivan a los jóvenes para acceder a la educación superior. Cada vez son más los colombianos que consideran que la educación superior no los va a ayudar a tener un mejor nivel de vida. Los retornos a su inversión en educación son bajos y, en ocasiones, no les garantizan ingresos suficientes para pagar sus créditos educativos y mejorar su estilo de vida.
Los encargados de la política educativa tienen ante sí un reto muy importante que se ha hecho más evidente con la nueva realidad, y es que si bien no sería prudente reducir más los periodos de formación en carreras profesionales (los cuales ya han pasado de 10 a 8 semestres en algunos programas buscando evitar la caída de matrículas), sí deben procurar tener otras alternativas que hagan atractiva la formación universitaria y que eviten que la caída de nuevos matriculados se siga agudizando.
Una de ellas podría ser el tener la opción de cursar más asignaturas de manera virtual, lo que podría ayudar a reducir algunos costos para los centros educativos, y dicha reducción se podría reflejar en menores costos de matrícula,dando un alivio a muchos estudiantes universitarios y aspirantes que por estas épocas se cuestionan si continuar su proceso de formación académica o posponer estos planes por algún tiempo.