De acuerdo con el Global Resilience Report 2022, «la resiliencia es una habilidad para saltar, crecer, conectarse y descubrir fluidez. No es una reacción instintiva o genética, sino que se trata de una respuesta que aprendemos ante la adversidad y los desafíos. Desarrollar habilidades para volverse resiliente requiere disposición, práctica y disciplina. Aumentar la capacidad de ser resiliente es algo gratificante y liberador».
Comienzo con esta definición porque aplica perfectamente para las organizaciones de todos los sectores. Al contrario de lo que todos piensan, tener resiliencia es ser flexible, desarrollar esta habilidad, y no solo defenderse. No por nada, el término se utiliza en la física para denominar a los materiales que regresan a sus estados originales sin sufrir daños, incluso después de haber pasado por algún tipo de interferencia.
Además de ser capaces de regresar a su estado original después de atravesar algún tipo de turbulencia, las empresas consiguen enfrentarse a situaciones complejas quedando un paso adelante de su competencia, incluso adaptándose conforme surgen oportunidades y obstáculos, pensando, inclusive, en el futuro. Estas no se defienden o se protegen para resistir, simplemente se flexibilizan y repiensan sus estrategias y su cultura organizacional como un todo para continuar existiendo y crecer.
Estas empresas, de acuerdo con otro estudio realizado por Deloitte en 2021 con enfoque en corporaciones, son preparadas, adaptables, colaborativas, confiables y responsables, cinco factores que, sumados, brindan las mayores posibilidades de presentar desempeños superiores incluso en tiempos de incertidumbre.
¿En dónde entra la Transformación Digital?
La Transformación Digital forma parte de ser resiliente, por supuesto. Sin embargo, la verdadera resiliencia va mucho más allá. Una que exige una transformación completa de la empresa que busca adaptarse poniendo atención en la implementación de nuevas tecnologías y herramientas, la transformación de los procesos de entrenamiento, colocando a las personas en primer lugar y los cambios en las operaciones y en las formas de trabajo, así como en la cultura organizacional, la mejora de la comunicación y la transparencia, el fortalecimiento de los compromisos ambientales, sociales y de gobierno (ESG), incentivando la colaboración y la generación de ideas a través de acciones concretas, y la participación de los stakeholders en el desarrollo de estrategias, entre otros.
La resiliencia tampoco llega a corto plazo. Pensar a largo plazo y realizar inversiones con propósitos acertados, más que tomar decisiones inmediatistas, habla de la madurez de una empresa en relación con la resiliencia. Eso tendrá un impacto en el cambio de la cultura organizacional y en el comportamiento de los líderes, que entenderán rápidamente lo importante que es tener una versión holística y conjunta de los negocios y de los equipos.
Al final, va a contribuir fuertemente con el desarrollo de una mentalidad de aprendizaje continuo. Y eso tendrá un impacto en la atracción y en la retención de talentos favoreciendo los resultados, incluso si estos no son el centro de los cambios.
En un panorama aún más amplio, la resiliencia es la idea de adoptar cambios que impactan en la reconfiguración de toda la cadena en la cual están involucrados nuestros negocios. Al igual que la definición de padrones más elevados. Entonces, en lugar de ser menos flexibles por los problemas y las crisis, ¿qué les parece si obtenemos algo de ellos para nuestras futuras estrategias?