El futuro del sector textil está en la virtualidad. Si algo dejó claro la pandemia es que la transformación digital es imperativa. Basta con recordar los casos de empresas que tuvieron que ajustarse rápidamente porque no tenían planes digitales. El sector textil es uno de esos ejemplos.
Si bien para los románticos de la moda las compras virtuales son una ofensa, la realidad obliga a la adaptación. Sin negar la importancia de la experiencia para el cliente al momento de comprar, la necesidad de salir a flote obliga a explorar nuevos canales de comercialización. En el caso colombiano, el comercio de prendas de vestir y textiles cayó 28 %. Por si fuera poco, en diciembre, tradicionalmente un mes de auge, la variación fue de -16,2 %.
De otro lado, en el sector conexo de cuero, calzado y accesorios el panorama no es mejor. En diciembre, las ventas de este segmento cayeron 23,6 %. Con esto, a la par del sector textil, el del cuero cerró el año con una contracción del -33,9 %. Si estas cifras no dejan ver la urgencia de impulsar las ventas, nada lo hará.
Adicionalmente, el comercio exterior del sector textil marcó abultados números rojos en 2020. Las caídas de dos dígitos fueron la constante del sector. En el caso del calzado, el resultado fue desastroso: frente a 2019, las exportaciones de 2020 cayeron 42 %. Es cierto que alrededor de el sector textil y del de calzado hay otros temas preocupantes -como la competencia desleal y el dumping-, pero esto solo agudiza la necesidad de buscar nuevas alternativas para salir adelante.
En este sentido, la protección gubernamental que pretenden algunos no es sostenible. En últimas, se incrementará el contrabando y los problemas que ya aquejan al sector. Buscar alternativas es la nueva normalidad del sector.