Siguiendo el péndulo político de la región, algo más de 11 millones de colombianos eligieron una alternativa de gobierno de extrema izquierda. Como era de esperarse, la incertidumbre reinó en los días posteriores a la noticia y todavía no regresa la calma.
El desplome de las acciones locales y de los ADR en los mercados foráneos, principalmente de empresas minero-energéticas, marcaron la parada de las jornadas de la semana que acaba de pasar. A esto, se le suma el incremento de más de 100 pesos frente a la TRM que se registró antes de la segunda vuelta de la elección presidencial. Todo esto estaba descontado en caso de que la fórmula Petro – Márquez resultara elegida.
Sin embargo, esto no puede ser tomado como un preámbulo de lo que puede ocurrir en su administración. Hasta el momento toca darle el beneficio de la duda -con un enorme signo de interrogación-. Son muchas las preguntas que quedan en el aire, no solo sobre las propuestas de “cambio” que trae su plan de gobierno, sino acerca del margen de maniobra que tendrá al haberse rodeado de toda la clase política tradicional -con los dudosos antecedentes de corrupción que cargan-.
Ahora bien, mientras se despejan las dudas o se confirman las sospechas, ciudadanos y empresas deben prepararse para navegar en aguas desconocidas y poco transparentes. Por el momento habría que dividir lo que se viene entre el corto y el mediano plazo.
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