“La reciente escalada de tensiones entre Estados Unidos e Irán ha devuelto al mercado petrolero a un estado de alta volatilidad. Los ataques de Estados Unidos a instalaciones nucleares iraníes desataron una respuesta inmediata de los mercados, con un repunte de los precios del crudo que llevó al WTI a alcanzar los $77.00 dólares por barril y al Brent a superar los $80.30. Este aumento reflejó el temor generalizado a posibles interrupciones en el suministro de petróleo desde una región clave para el comercio energético mundial.
Sin embargo, ese impulso alcista fue efímero. La incertidumbre sobre la magnitud de la respuesta iraní y el papel que podrían jugar otros actores en la región provocaron una rápida corrección en los precios. El WTI retrocedió hasta los $69.00 dólares y el Brent cayó a los $72.00, reflejando un mercado que sigue evaluando el impacto real de este nuevo episodio geopolítico.
Donald Trump intervino en el escenario con un mensaje claro: pidió a los países productores y actores del mercado mantener los precios del petróleo bajos. Argumentó que un encarecimiento de la energía beneficiaría principalmente a los adversarios de Estados Unidos, especialmente en un contexto de creciente rivalidad con potencias como China y Rusia, que podrían aprovechar el caos energético para fortalecer sus posiciones.
Irán, por su parte, respondió militarmente atacando objetivos en Israel y amenaza con bloquear el Estrecho de Ormuz, un paso estratégico por donde circula aproximadamente el 20% del comercio mundial de petróleo. Esta posibilidad es uno de los principales focos de preocupación para los mercados, ya que una interrupción en esa ruta elevaría drásticamente los precios globales de la energía.
Además del posible cierre del Estrecho, se teme que Irán incremente ataques a intereses estadounidenses y aliados en la región, lo que podría derivar en una respuesta militar aún más agresiva por parte de Washington. A esto se suma el riesgo de nuevas sanciones económicas de Estados Unidos contra la industria petrolera iraní, lo que podría limitar aún más la oferta global de crudo.
Las tensiones en Medio Oriente no solo afectan al petróleo. Los mercados financieros globales han mostrado señales de nerviosismo, con caídas en los índices bursátiles y repuntes en activos refugio como el oro y el dólar. La combinación de factores económicos y militares convierte al petróleo en el termómetro más sensible ante cualquier giro en el conflicto.
A pesar de la reciente corrección en los precios, el mercado permanece en alerta máxima. Las decisiones que tome Irán en los próximos días, así como la postura que adopten los aliados de Estados Unidos, serán determinantes para el comportamiento de los precios del crudo en el corto plazo. La posibilidad de que la OPEP o Arabia Saudita intervengan ajustando su producción es otro elemento que los inversores observan con atención.
Por ahora, la volatilidad seguirá siendo protagonista en el mercado energético. Cualquier señal de escalada militar o bloqueo efectivo del Estrecho de Ormuz podría disparar nuevamente los precios por encima de los máximos recientes, mientras que una desescalada temporal ofrecería un respiro parcial, aunque sin eliminar del todo el riesgo estructural.
Conclusión, el petróleo se ha convertido una vez más en el epicentro de una crisis geopolítica de grandes proporciones. La intervención de Donald Trump evidencia la preocupación estratégica de Estados Unidos por el impacto global de un repunte sostenido en los precios. Con Irán presionando y los mercados expectantes, el futuro del crudo dependerá de factores militares, diplomáticos y económicos que se entrelazan en una región históricamente marcada por la inestabilidad. La incertidumbre persiste, y el mercado sigue en modo de vigilancia permanente.”
- Análisis de Antonio Di Giacomo, Analista de Mercados Financieros para LATAM en XS.