El estado de ánimo de los trabajadores puede impactar en el rendimiento laboral y la productividad. A su vez, la falta de regulación de las emociones podría incidir en el incremento de la accidentabilidad laboral.
El estado de ánimo influye profundamente en el desempeño y la productividad laboral. De esta manera, si el estado emocional de un trabajador es positivo y hay buen humor, los colaboradores, en general, tienden a desarrollar sus actividades con más compromiso, entusiasmo y eficacia, encuentran placer en el desarrollo de las funciones y se genera mayor cooperativismo y creatividad.
Por el contrario, un estado emocional bajo o negativo donde priman los sentimientos de tristeza, frustración, mal humor, ansiedad o estrés generaría apatía y desmotivación por el trabajo: las personas podrían perder la implicación y el foco en los objetivos, tender a procrastinar más, tener mayores posibilidades de cometer errores o descuidar sus metas y, por ende, reducir su rendimiento laboral.
Por eso, para el Consejo Colombiano de Seguridad (CCS) la gestión de las emociones se convierte en un aspecto clave a ser abordado por las organizaciones, en el marco de sus Sistemas de Gestión de la Seguridad y Salud en el Trabajo y como eje fundamental del cuidado y promoción de la salud mental de los trabajadores.
Velar por el bienestar emocional del equipo de trabajo es cada vez más un asunto estratégico para alcanzar mayores niveles de satisfacción y de productividad.
Factores intra y extralaborales que afectan el estado de ánimo
Pese a que, en muchas ocasiones, las afectaciones al estado de ánimo de los trabajadores tienen su origen en circunstancias personales (problemas de pareja, conflictos familiares e interpersonales, apuros económicos, problemas de salud, trastornos mentales —como la ansiedad o la depresión—, pérdida de seres queridos, entre otros), el CCS —en línea con lo manifestado por otras organizaciones a nivel mundial—, advierte que el contexto laboral también puede incidir y ser un disparador del desarrollo de emociones negativas.
De hecho, hay dos factores organizacionales de impacto: la cultura organizacional y el estilo de liderazgo. En ambos casos, el ánimo de los trabajadores puede disminuir cuando se enfrentan a un ambiente sobre exigente, altamente demandante, autoritario, inflexible, donde se establecen metas irrealizables y, además, no se brindan los recursos, las herramientas y el acompañamiento necesario para que el colaborador pueda cumplir con los objetivos trazados.
El efecto empeora si, adicional a lo anterior, el clima laboral fomenta la competitividad depredadora y hostil en lugar de la colaboración entre los equipos de trabajo o si la comunicación es precaria.
Otro factor que entra en juego es la capacidad de las personas para desempeñar sus funciones. Un trabajador puede desmotivarse y frustrarse si siente que no cuenta con los recursos internos (formación, conocimiento, experiencia, entrenamiento) y externos (apoyo, orientación) para llevar a cabo su labor.
Señales de alarma
Cuando se presentan trastornos emocionales es fundamental identificar las señales de alarma para poder intervenir a tiempo y brindar un apoyo oportuno. Por eso, desde el CCS se recomienda a las organizaciones monitorear los estados de ánimo de su personal y estar alerta a los siguientes indicadores comportamentales:
- Manifestación de sentimientos o actitudes de tristeza durante varios días seguidos.
- Signos de irritabilidad permanente.
- Muestras de apatía, desmotivación o falta de concentración.
- Incremento del ausentismo laboral sin razón o mediante excusas atípicas o no justificadas.
- Disminución súbita del rendimiento laboral.
- Aparición de trastornos psicosomáticos.