Por: Aleck Santamaría De La Cruz
Ejecutivo en Gestión, Estrategia y Operaciones
En esta oportunidad quiero destacar tres situaciones de liderazgo y ejecución, que convergen en los elementos que describen el título de este artículo.
Para quienes apreciamos la música, y en particular la música clásica, recordamos una máxima de esta disciplina que reza con variaciones así: si no se ensaya un día, lo nota el director; si no se ensaya durante dos días seguidos, lo nota la orquesta; si no se ensaya tres días consecutivos, lo notará el público. La práctica hace al maestro, literalmente. El esfuerzo creativo de crear una partitura, como lo haría Beethoven, o más recientemente Williams o Zimmer pasa por una combinación de talento, inspiración, conocimiento y dedicación. Y además la capacidad de ejecución virtuosa de Lang Lang, en el piano; Vengerov o Anne Sophie Mutter, en el violín. Curiosamente los tres han estado en Bogotá brindando conciertos, y ha sido un privilegio apreciar su virtuosismo. Ninguno de ellos llegó a ejecutar con maestría sin disciplina.
En otra orilla, lo deportivo tiene ejemplos excepcionales. Para quienes hemos practicado como aficionados cualquier deporte -en mi caso Ajedrez y algo de Tenis-, reconocemos la necesidad de la perseverancia, la entrega y la dedicación para practicar, entrenar, aprender, reaprender, sobreponerse a una derrota y no dormirse en los laureles en la victoria. Tenemos el privilegio de tener -en nuestra generación y en nuestros tiempos- a algunos de los mejores deportistas de toda la historia en casi cualquier disciplina. Carlsen o Caruana. Federer, Nadal o Djokovic. Solo por mencionar algunos ejemplos de los deportes anteriormente citados.
Finalmente, en las artes plásticas. Miguel Angel pintó la Capilla Sixtina con gran habilidad, teniendo sus manos coordinadas con el punto de vista del nivel del piso, pero pintando a centímetros del techo. Eso implica una gran dosis de talento. La lista de personas geniales en las artes plásticas sería interminable.
¿Aspectos comunes? La pasión, el querer hacer lo que se hace por motor propio, sin imposiciones ni obligación. O una obligación más interna, con la propia superación de límites mentales o físicos. Y esa pasión, motivación interna, desata una capacidad de crear y ejecutar. Un factor clave: la disciplina. Puede haber estrategia, planes, intenciones -que se quedan en eso si no se da un paso-, iniciativas. Hay que ejecutar, superar barreras, contratiempos, contingencias, riesgos o negativas.
Un ejemplo desde el cine pudiera ser La Guerra de las Galaxias o Volver al Futuro. Sufrieron varios “no”. Eran historias de éxito poco probables, de muy difícil aceptación, con historias confusas tal vez, pero en esencia humanas. ¿La clave? Persistencia y adaptación, disciplina en la ejecución.
En lo empresarial no es diferente. La diferencia entre un buen plan y un mal plan solo se sabe cuando se ejecuta. Al inicio son igual de buenos o malos. Y allí entonces es clave la disciplina en la ejecución, el liderazgo flexible y a la vez persistente. Seguimiento de los resultados, tomar correctivos y avanzar. El alto desempeño de equipos es una analogía del alto desempeño individual: construir sobre las capacidades, ejecutar con coherencia, persistir, comunicar, inspirar, creer y crear. No he visto el primer deportista de élite que lo sea sin disciplina. La excelencia operacional se construye cada segundo, no solo en los momentos de verdad o para las auditorías.
La excelencia operacional no puede ser construida sobre indisciplina individual y carencia de disciplina colectiva, ¿o sí? Cultura, liderazgo y excelencia están entrelazados con lo que somos como personas.