Por: Tannia Andrea Valenzuela R.
En promedio para los países que conforman la OCDE, la brecha salarial entre hombres y mujeres es del 13%, para la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en América Latina el promedio es del 17%, pero en Colombia la brecha es del 21%. En el último informe anual del foro económico mundial, se indicó que eran necesarios casi 100 años para lograr la paridad de género y más de 200 años para cerrar la brecha salarial entre hombres y mujeres.
Si bien la pandemia aumentó la tasa de desempleo, también dejó en mayor vulnerabilidad a las mujeres, algunas desempleadas y otras con una disminución significativa en sus ingresos y salarios, quienes normalmente en países como Colombia, asumen las responsabilidades frente al manejo de los hijos y administración del hogar.
Esta situación de vulnerabilidad ha sido denominada en Norteamérica como una “shecession”, término que intenta explicar la recesión o crisis económica con mayor impacto sobre las mujeres, esté término se empleó recientemente en EE.UU. donde la tasa de desempleo femenino llegó a los dos dígitos, situación que no sucedía desde 1948.
La recuperación del empleo, depende en gran medida de la reactivación económica y fuerza productiva de los países (impulso a las empresas), pero este proceso no puede concebirse dejando a un lado los apoyos, protección económica y empleabilidad de las mujeres, lo cual se traduce a su vez, en protección de las familias.
El informe de economía regional del Banco de la Republica del mes de septiembre de este año, concluyó varios aspectos frente a las brechas salariales de género, que afectan en mayor medida a las mujeres, entre ellos:
- Las diferencias salariales no son homogéneas en el territorio colombiano, por cada región del país, los fenómenos que afectan la desigualdad de género son disimiles.
- Aunque no es un factor completamente atribuible (según metodología BO) la diferencia en remuneración por género si puede ser un asunto de discriminación.
- Las ciudades con menos desigualdad de género, son aquellas que concentran la mayor actividad productiva en el país.
- Si bien el índice de educación en las mujeres ha aumentado, este no es consecuente y no se refleja en una mayor remuneración o incorporación laboral.
En Corea Del Sur por ejemplo, para mitigar la disparidad de género, existe una política consistente en la revelación de las empresas que emplean significativamente menos mujeres y así mismo, subsidia a aquellas que propenden por la reinserción laboral de las mujeres después de periodos de interrupción profesional.
En Colombia, para disminuir las brechas salariales, se debe empezar por asegurar que por lo menos cada ciudadano, no perciba un ingreso menor al salario mínimo, seguidamente que las compañías establezcan principios corporativos para reducir la brecha y asegurar la paridad al interior de las organizaciones.
El informe de empoderamiento económico de las mujeres en Colombia publicado por la Consejería presidencia para la equidad de la mujer, realiza propuestas como: Involucrar a diferentes entidades del Estado para realizar un seguimiento a la desigualdad entre hombres y mujeres en diferentes sectores productivos; implementar políticas frente al trabajo no remunerado de la mujer, como la creación de jardines infantiles para el cuidado de los hijos en madres solteras o aumento en la licencia de paternidad para que el trabajo en casa sea compartido. Así como la creación de proyectos para promover cambios culturales donde los hombres participen activamente en las labores del hogar; y la ampliación de los estudios sobre desigualdad de las mujeres que viven en zonas urbanas y rurales, pues las políticas aplicadas para una no son iguales para la otra.
No obstante, el ajuste en las brechas salariales debe incluir también el análisis frente a la ocupación de cargos directivos por parte de las mujeres, pues aunque los estudios indiquen que estos índices no reflejen necesariamente una discriminación de género, si debe tener en cuenta el acceso a la educación para las mujeres, motivación al éxito laboral, alternativas laborales y remuneración con los mismos ingresos de cargos ocupados históricamente (no implicando que esto sea correcto) por hombres. El desarrollo de los países también implica la paridad de género, para lograr que las naciones no sean solo prosperas, sino justas y equitativas.