Por: Maria Paula Clavijo Díaz
Abogada Moncada Abogados
La confianza es una palabra relevante en el mundo de los negocios. No puede existir un buen negocio sin el impulso empresarial que viene precedido por la confianza de inversionistas y empresarios. Ante el escenario de incertidumbre en el que nos encontramos, resulta fundamental conocer las expectativas del mercado que permitan tomar las mejores decisiones beneficiando a todos los agentes involucrados.
En lo que respecta el sector de la construcción, a pesar del contexto retador (invadido además por noticias desalentadoras) se deben resaltar, entre otras, las cifras compartidas por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística – DANE– a propósito del Indicador de Confianza Empresarial (ICE) emitido el pasado 22 de octubre. Este indicador, dice el informe, fue creado por el DANE con el apoyo del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco de Desarrollo de América Latina, con el objetivo de medir el impacto de la emergencia económica, social y ambiental causada por la COVID -19 en las actividades económicas de las empresas [1] .
Las empresas del sector construcción han tenido un ICE ascendente desde junio del presente año, el cual a septiembre se ubicaba en 45,8 puntos (en junio se encontraba en 38,3). El informe analiza, además de la construcción, los sectores manufactureros, de comercio y servicios. Un aspecto para considerar es que, respecto de las unidades económicas estudiadas (y como es lógico), todas se vieron afectadas por la demanda de sus productos y servicios. Sin embargo, fue precisamente la construcción la que presentó la menor contracción, con un 50,7% en disminución. De acuerdo con las respuestas de los empresarios, se espera que en los próximos tres meses los ingresos del sector construcción asciendan un 34,8%. Se destaca que desde mayo de 2020 la curva de normalización de la actividad del sector construcción viene en ascenso, pasando de 12,9% en mayo a 61,6% en agosto.
Lo anterior da cuenta de cómo la adaptación a este nuevo normal por parte de las personas, sumado a la función empresarial, de manera paulatina está generando la recuperación del sector. Son noticias alentadoras que permiten entender un poco mejor lo que viene en lo que resta del año y para el 2021. No obstante, no hay que dejar pasar las cifras en caída del sector que no venía del todo bien y que se agravaron con la pandemia. Solo por ver algunos que llaman la atención y retomando de nuevo las últimas cifras del DANE, de cara al informe de con Boletín Técnico, de indicadores económicos alrededor de la construcción (IEAC) con corte septiembre 07 de 2020, desde el lado de la demanda, en el segundo trimestre del 2020 el valor de los prestamos individuales desembolsados para compra de vivienda nueva y usada tuvo un decrecimiento de 54,1% respecto al mismo trimestre de 2019. Por el lado de la oferta, las licencias de construcción a junio de 2020 decrecieron en un 27,7% del área total aprobada con respecto a junio del año anterior. La producción del concreto premezclado a junio de 2020 también decreció 24,4% con relación a junio de 2019[2].
En tal sentido, si bien los indicadores de confianza tienden a mejorar, la reactivación del sector no solamente debe pasar por superar las afectaciones puntales de esta coyuntura, sino en general por optimizar las condiciones del sector con el propósito de mejorar las cifras de manera sostenida, con una mirada en el mediano y largo plazo. Sobre este punto, si bien la intención del gobierno ha sido buscar la reactivación a través de subsidios de vivienda, acceso al crédito, gasto público en infraestructura, entre otras, es importante buscar la dinamización general de la economía a través de una disminución estructural en la carga impositiva, reducir de manera significativa la intervención estatal y tramitología en los desarrollos constructivos y, en los casos donde intervenga, tener como prioridad la eficiencia y la agilidad, evitando dilaciones absurdas.
Se debe tomar nota de las necesidades de los empresarios, de las dificultades en el sector de la construcción y entregar las soluciones que permitan impulsarlo, pues las trabas, la demora, la tramitología y la falta de seguridad jurídica derivan en una economía informal que termina generando más inconvenientes y retrocesos para el desarrollo. La virtualidad que nos ha traído esta coyuntura más que un impedimento, es una oportunidad para facilitar el vínculo que tiene el Estado con el ciudadano y con los empresarios. Es un mecanismo que, más que retrasos, permite inmediatez en la toma de decisiones, el análisis y la comunicación.
La perspectiva de robustecer al sector no pasa solamente por ayudas puntuales, sino por un propósito sólido y sustentable que permita fortalecer la economía y de esta manera, tanto por la oferta como por la demanda, el sector alcance los niveles de crecimiento esperados. El Estado debe estar en sintonía con el optimismo de los empresarios y así tomar las decisiones que permitan no solo la recuperación, sino el crecimiento en el mediano y largo plazo.
[1] DANE. Comunicado de prensa 22 de octubre de 2020. Pulso Empresarial, Quinta ronda – agosto-septiembre de 2020, Boletín de Confianza Empresarial.
[2] DANE.Boletín Técnico. Indicadores económicos alrededor de la construcción (IEAC) con corte septiembre 07 de 2020.