Por. David Pérez-Reyna
Recientemente parece haber controversia en Colombia por las posiciones en el espectro político. Miembros de un partido de izquierda critican a miembros de otros partidos por considerarse de centro, y un partido de derecha tiene en su nombre “centro”. Curiosamente no hay consenso en qué quiere decir pertenecer a algún lado del espectro político. La razón principal puede ser que hay muchas dimensiones en el espectro político y por eso no es posible caracterizar las preferencias políticas como si solamente existiera una dimensión. Pero más allá del lado del espectro político en el que se esté, lo ideal sería que algún candidato o partido sacara lo mejor de cada lado y ofreciera propuestas que generaran un consenso.
Voy a ilustrar mi punto con una dimensión particular del espectro político: el espectro económico. Un profesor alguna vez mencionó una caracterización que me parece que ayuda a entender qué quiere decir ser de izquierda y de derecha, al hablar de economía. Se es de derecha si se tiene la convicción de que, si uno se esfuerza, va a tener éxito económico. Se es de izquierda si se tiene la convicción de que para tener éxito económico se necesita suerte. Así, una política que es considerada buena por la izquierda es aquella que compensa la mala suerte de los que no tienen éxito económico. Pero una política así, es mala desde la perspectiva de la derecha, porque quita incentivos para esforzarse.
El mundo real es más complejo, pero esta simple caracterización permite entender muchos sesgos de confirmación: si yo me esfuerzo y no tengo éxito económico, voy a preferir ser de izquierda. Si yo tengo éxito económico, es más fácil pensar que fue a raíz de mi esfuerzo, independientemente de si lo fue, y voy a preferir ser de derecha. Ambas posiciones tienen sentido desde el punto de vista de esos sesgos. Y gracias a estos sesgos salen a relucir políticas económicas malas, que perpetúan malas situaciones y hacen más fuertes los sesgos de confirmación. Una política hecha con la motivación de que todos los que tienen éxito económico lo tienen por su buena suerte resulta en propuestas extremas de redistribución, desconociendo que de esta manera se ignoran los incentivos para esforzarse, con consecuencias negativas sobre la economía. Una política hecha con la motivación de que todos los que tienen éxito económico, lo tienen por su esfuerzo resulta en propuestas que perpetúan el éxito económico, desconociendo que muchos efectivamente tienen mala suerte y a pesar del esfuerzo no logran éxito económico. Esto también tiene consecuencias negativas para la economía.
En este caso una mejor política sería caer en cuenta de que hay personas con mala suerte y a esas personas es bueno apoyarlas, pero sin desincentivar que las personas se esfuercen. En una columna anterior propuse una política que cumpliría con esto: un impuesto negativo a los ingresos que aumente marginalmente para compensar a las personas que tienen ingresos bajos, pero dejando el incentivo a tener mayores ingresos.
A pesar de lo que opina una lideresa de un partido que se considera de centro, la economía es un asunto de todos, lo mismo que varios de los aspectos que determinan la posición dentro del espectro político, como la oferta de un buen sistema de salud. Pero un ejercicio similar se podría hacer con otros aspectos que definen el espectro político. No sé si esto es ser de centro. Para mí parece tener más sentido común.