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Tener estabilidad macro es un medio, no un fin, pero es importante tenerla para lograr mayor bienestar

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Categoría: Opinión, Noticias
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Por: David Pérez-Reyna

Los macroeconomistas colombianos nos sentimos orgullosos de la estabilidad macro del país. Tenemos razones para estarlo. Por ejemplo, mientras la mayoría de los países grandes de América Latina sobrevivían a la década perdida de la región en los años 80, Colombia tenía un crecimiento promedio del PIB de 3,3 % en términos reales.

Mientras varios países de la región pasaban por episodios de hiperinflación y debían hacer cambios en sus monedas, Colombia lograba mantener una inflación alta, pero controlada. No obstante, Colombia no es el país más rico de América Latina, y está lejos de estarlo, pero también está lejos de ser el más pobre.

Los eventos recientes en el país muestran que la estabilidad macroeconómica no puede ser un fin, porque a pesar de tenerla, la situación de muchos colombianos podría ser mucho mejor. Pero no se puede descuidar.

La estabilidad macroeconómica es un medio para lograr mayor bienestar. Así, por ejemplo, aunque en algunos momentos puede que tenga sentido tener una inflación mayor al objetivo, como de alguna manera lo está haciendo la Reserva Federal en Estados Unido, se debe evitar que el Banco de la República emita dinero para financiar constantemente el déficit fiscal, porque eso resultaría en mayor inflación, inestabilidad macroeconómica y en menor bienestar.

Desde la promulgación de la Constitución Política de 1991 Colombia ha contado con un banco central independiente, al que le queda difícil financiar al gobierno de turno. Al mismo tiempo, desde la década de los noventa Colombia ha dejado de ser excepcional en América Latina en cuando a su estabilidad macroeconómica.

Esto se debe a dos razones principales: con la nueva constitución el tamaño del Estado aumentó y ese aumento no vino de la mano de un aumento similar en el recaudo impositivo. Esto tuvo como efecto un crecimiento en el déficit fiscal, que es una fuente de inestabilidad macroeconómica. La otra razón es que países que pasaron por eventos de altísima inestabilidad macroeconómica, como Perú y Brasil, hicieron reformas que permitieron disminuir sus déficits fiscales y lograron estabilizar su inflación.

No obstante el aumento en el déficit fiscal de Colombia, que causó que la historia económica del país se pareciera más a la de sus pares, gracias a la independencia del Banco Central se logró que la inflación descendiera a un dígito y, aún en situaciones como las del final del siglo pasado cuando se alcanzó un déficit récord en su momento (6,4 % del PIB), éste se pudo financiar con deuda.

Para tener una idea sobre qué hubiera pasado si no se hubiera podido lograr esto, repliqué los cálculos en Perez-Reyna y Osorio-Rodríguez (2021), suponiendo que el déficit fiscal desde 1991 seguía la misma trayectoria observada, pero el nivel de deuda se mantenía constante y, por lo tanto, el déficit fiscal se financiaría solo con emisión monetaria. Para analizar el impacto de imprimir más billetes sobre el nivel de precios supuse que la velocidad de circulación del dinero era la que se observó en promedio desde 1960 hasta 1990.

En este caso, en vez de tener un descenso paulatino en la inflación anual desde 32 % en 1990 hasta llegar a un dígito en 1999 y mantenerse siempre por debajo de 10 % en lo que va del siglo XXI, se tendría una inflación mucho más volátil, con años por encima de 100 % (102 % en 1999 y 110 % en 2001) y una inflación promedio de 30 % hasta 2017.

Este ejercicio es de alguna manera un escenario conservador, porque supongo que la producción real se mantiene constante, cuando con niveles y volatilidades tan altas de la inflación países latinoamericanos han tenido desempeños económicos negativos.

Como muestra este ejercicio sencillo, Colombia no puede darse el lujo que potencialmente podrían tener otros países de financiar su déficit con emisión monetaria. Pero podemos hacer algo al respecto. Por ejemplo, en los 80 se consideraba que los países emergentes sufrían de un pecado original que impedía que pudieran endeudarse en moneda local.

Recientemente muchos lo hacen. Una razón para esto es que el desarrollo financiero local permite tener más deuda denominada en moneda local. En particular, el déficit fiscal que tiene Colombia actualmente debe bajar, porque aun si se pudiera financiar con deuda, eventualmente las tasas de interés de la deuda aumentarían, y eso tiene efectos negativos sobre el resto de la economía.

El año 2020 ameritaba un déficit fiscal alto, porque tener estabilidad macro no debe ser un fin, pero si el déficit fiscal no baja, el bienestar sí lo va a hacer. Y el fin es que el bienestar sea alto.

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