Por: David Pérez-Reyna
En marzo, cuando el coronavirus empezaba a aparecer oficialmente en Colombia, y cada vez más sitios del mundo sucumbían a olas de contagios, escribí una columna donde veía con optimismo cambios que esta pandemia podría traer. Hoy, nueves meses después, sigo pensando que eso es cierto. Pero ahora creo que los cambios tardarán más en verse, y mientras tanto los ajustes seguirán siendo difíciles. La dosis de optimismo es que en 2020 empezamos a dar discusiones y a implementar políticas que nos permiten tener las herramientas para mejorar estos aspectos y esto sugiere que 2021 puede ser mejor que 2019.
En marzo mencionaba cómo las cuarentenas nos permitirían llegar a aprovechar el tiempo haciendo más cosas que nos gustan, y no en desplazamientos. Pero dejé de lado como la gran mayoría de trabajos en Colombia no se pueden hacer remotamente. Somos una minoría los que tenemos el privilegio de poder evitar hacer desplazamientos sin que nuestros ingresos se vean afectados. Además, a pesar de que hay actividades que se pueden hacer virtualmente, como clases o conferencias, la virtualidad no va a remplazar la presencialidad. Lo bueno es que sí puede complementarla: por ejemplo, en estos meses muchos eventos han estado disponibles por internet. Aunque disfrutar algunas cosas presencialmente puede ser lo ideal, tener también la posibilidad de conectarse remotamente puede permitir que más personas disfruten muchos eventos.
Por otro lado, los domicilios han aumentado, por lo menos en ciudades como Bogotá. Y la posibilidad de pagar por medios diferentes al efectivo también. Pero no todos los negocios pueden sobrevivir solamente a punta de domicilios o de eventos virtuales.
Pero en 2020 en Colombia empezamos a dar discusiones importantes. Necesitamos reformas, pero de manera responsable, que no es lo mismo que reformas conservadoras. Por ejemplo, necesitamos una reforma laboral, tributaria y pensional, como la propuesta por Eduardo Lora en mayo, que permitan disminuir fricciones que impiden que más colombianos podamos aprovechar las ventajas de los mercados.
El proyecto de ley de licencia paternal compartida permitiría disminuir la discriminación, que es una fricción que impide que se pueda aprovechar la habilidad de todas las personas, y se va a traducir en mayor productividad y en mayor bienestar. La implementación de ingreso solidario y las discusiones sobre renta básica sugieren que en Colombia vamos a poder contar con una malla de seguridad social que pueda proteger cada vez a más personas. Puede haber mejores mecanismos para lograr una buena protección y contar con mejores incentivos, como lo propuse en una columna anterior, pero ya estamos dando discusiones en la dirección correcta.
Tal vez uno de los aspectos más negativos de 2020 fue el aparente gusto de gobernantes por prohibir. Puede que haya sido con buenas intenciones, pero se implementaron prohibiciones contrarias a la evidencia, como prohibir salir a un parque, o la playa o, peor aún, cerrar colegios. Puede que en marzo, con tanta incertidumbre, algunas de esas medidas fueran entendibles. Pero insistir en agosto que impedir ir con un niño al parque era necesario para disminuir contagios es un autoritarismo sin evidencia. Y ser valiente para prohibir salir a hacer ejercicio, pero no serlo para abrir colegios, es cobardía.
Espero que una dosis de optimismo en esto es que aprendamos que para los ciudadanos las intenciones de las políticas no importan, sino lo relevante son los resultados. Como dice Isabel Segovia en una columna reciente, es importante “ser conscientes de lo más valioso que nos provee una democracia: el voto”; tengamos esto en cuenta en las próximas elecciones al elegir a nuestros gobernantes. 2020 ha sido un año malo.
La mayoría de personas en Colombia y en el mundo están peor. Que podamos sacarle cosas buenas demuestra el talante de los humanos, pero si una persona está en diciembre de 2020 en una mejor situación que en diciembre de 2019 debe más que nunca estar consciente de sus privilegios. Varios eventos sugieren que 2021 será mejor que 2020, pero la vara es muy baja y conformarse con eso no está bien. El reto es que en diciembre de 2021 estemos mejor que en diciembre de 2019. Las cosas que aprendimos en 2020 nos dan las herramientas para poder hacerlo.